"La paz es la victoria de las víctimas"
El exalcalde hace una reflexión sobre los recientes acuerdos de La Habana y le sale al corte a la 'resistencia' convocada por Uribe. Vea en exclusiva la reflexión en Semana.com.
La paz es la victoria de las víctimas: Antanas Mockus.
Por fin comprendimos que la paz consiste en amarrarnos las manos. Mediante lo acordado, ambas partes se imponen altos costos en caso de incumplimiento.
Algunos expertos explican lo que es una Constitución como un sistema de compromisos previos adoptados en momentos de cordura para evitar extralimitaciones en momentos de locura: Pedro, sobrio, aprovecha el momento de sobriedad para evitar emborracharse, acordando medidas que hagan más difícil y costoso dejarse llevar por la tentación de embriagarse.
Todo el mundo sale ganando. El blindaje jurídico me parece impecable y responde bien a la enorme desconfianza que todavía existe entre la ciudadanía, el Gobierno y las FARC.
Los colombianos encontramos en nuestro ordenamiento constitucional vigente (“la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”) no sólo la posibilidad de celebrar un Acuerdo humanitario, sino la obligación de hacerlo y protegerlo.
La paz, entre otras cosas, es la aplicación del artículo 11 de la misma Constitución, que dice: “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”.
Un hecho puntual: alguien me ha hecho el favor de circular en las redes sociales un fotomontaje que me muestra sosteniendo un mensaje mediante el cual me sumo a la resistencia civil convocada por el expresidente Uribe.
Trato aquí de aplicar la metodología de la comunicación no-violenta (hechos, sentimientos, necesidades y requerimientos). Como eso no es cierto, me siento mal y les pido a quienes me atribuyeron ese mensaje que lo recojan y cuelguen la imagen que sí me representa.
Adjunto la foto original en la que sostengo un afiche en letras rojas sobre fondo papel periódico. El mensaje es mucho más corto y podría servir de tema de reflexión para las víctimas, para los amigos de la paz, para los amigos de Uribe y sobre todo para los ciudadanos pesimistas o indiferentes.
El mensaje original es muy simple: La paz es la victoria de las víctimas.
Todos los colombianos podemos beneficiarnos con la paz, pero quienes más ganan con una paz estable y duradera doblemente amparada –desde adentro y desde afuera- son las víctimas. Se rompe así el infernal ciclo intergeneracional por el cual los hijos de una violencia se ven destinados a vivir la siguiente.
Colombia estrena una manera ejemplar de resolver sus problemas, poniendo de testigo y garante a la comunidad internacional, reconociéndole una autoridad extraordinaria a su Corte Constitucional y a su Congreso. Que una transición como la que estamos viviendo lleve a decisiones democráticas que cambien en algún grado a la sociedad colombiana no nos debería dar miedo.
Por fin comprendimos que la paz consiste en amarrarnos las manos. Mediante lo acordado, ambas partes se imponen altos costos en caso de incumplimiento.
Algunos expertos explican lo que es una Constitución como un sistema de compromisos previos adoptados en momentos de cordura para evitar extralimitaciones en momentos de locura: Pedro, sobrio, aprovecha el momento de sobriedad para evitar emborracharse, acordando medidas que hagan más difícil y costoso dejarse llevar por la tentación de embriagarse.
Todo el mundo sale ganando. El blindaje jurídico me parece impecable y responde bien a la enorme desconfianza que todavía existe entre la ciudadanía, el Gobierno y las FARC.
Los colombianos encontramos en nuestro ordenamiento constitucional vigente (“la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”) no sólo la posibilidad de celebrar un Acuerdo humanitario, sino la obligación de hacerlo y protegerlo.
La paz, entre otras cosas, es la aplicación del artículo 11 de la misma Constitución, que dice: “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”.
Un hecho puntual: alguien me ha hecho el favor de circular en las redes sociales un fotomontaje que me muestra sosteniendo un mensaje mediante el cual me sumo a la resistencia civil convocada por el expresidente Uribe.
Trato aquí de aplicar la metodología de la comunicación no-violenta (hechos, sentimientos, necesidades y requerimientos). Como eso no es cierto, me siento mal y les pido a quienes me atribuyeron ese mensaje que lo recojan y cuelguen la imagen que sí me representa.
Adjunto la foto original en la que sostengo un afiche en letras rojas sobre fondo papel periódico. El mensaje es mucho más corto y podría servir de tema de reflexión para las víctimas, para los amigos de la paz, para los amigos de Uribe y sobre todo para los ciudadanos pesimistas o indiferentes.
El mensaje original es muy simple: La paz es la victoria de las víctimas.
Todos los colombianos podemos beneficiarnos con la paz, pero quienes más ganan con una paz estable y duradera doblemente amparada –desde adentro y desde afuera- son las víctimas. Se rompe así el infernal ciclo intergeneracional por el cual los hijos de una violencia se ven destinados a vivir la siguiente.
Colombia estrena una manera ejemplar de resolver sus problemas, poniendo de testigo y garante a la comunidad internacional, reconociéndole una autoridad extraordinaria a su Corte Constitucional y a su Congreso. Que una transición como la que estamos viviendo lleve a decisiones democráticas que cambien en algún grado a la sociedad colombiana no nos debería dar miedo.
Hemos pagado altos precios por la guerra, debemos estar dispuestos a pagar un precio por la paz. Somos más fuertes y mejores de lo que casi siempre hemos creído. Es tiempo de madurar. Tiempo de comprender. Tiempo de dejar atrás los atajos de la violencia y la trampa.
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