martes, 27 de diciembre de 2016

"FILMÈ A MARULANDA EN PLENA GUERRA" Tratando de entender (63)

TOMADO DE ELESPECTADOR.COM   Por:  Roberto Romero Ospina



        “Filmé a Marulanda en plena guerra”

Pepe Sánchez, el recordado director, actor y guionista, murió el pasado 22 de diciembre, a los 82 años.Recuerdo inédito del director sobre su intervención en el filme “Riochiquito”, en 1964.



“Hubo un momento, en medio de la candela, que los franceses quisieron meterse para filmar algunas escenas de guerra siguiendo una trocha, y nos encontramos con Manuel Marulanda diciéndonos: ‘para qué se van a meter por allí, si esos tiros salen de matorrales y no se ve nada y después, si les pasa algo, me los van a cobrar a mí’”. Así inició Pepe Sánchez su relato para una entrevista que solo ahora se conoce.

Fue la primera vez en su largo recorrido de cineasta, actor y director de televisión, que Pepe Sánchez reveló su experiencia como asistente de uno de los documentales históricos de la resistencia campesina que se fraguó en 1964 tras la ofensiva militar a la región de Marquetalia, que desencadenó la guerra de medio siglo con las Farc que ahora está culminando con la paz negociada.

Días antes de cumplirse 50 años de la ofensiva, Pepe Sánchez compartió detalles de su participación en la filmación de Riochiquito. En el Café de la Memoria, envuelto en una gruesa bufanda gris y cachucha de marino, también contó pasajes decisivos de su vida que revelan su compromiso social, que poco o nada reflejan los balances mediáticos que lo enmarcaron como un inofensivo hombre de la farándula.

Sin embargo, él participó en las jornadas estudiantiles del 8 y 9 de junio de 1954 como alumno de Derecho de la Universidad Externado y fue testigo de la matanza estudiantil perpetrada durante el régimen de Rojas Pinilla. Cuando Guillermo León Valencia comenzó a preparar “su ofensiva contra las llamadas repúblicas independientes del sur del Tolima en Marquetalia y Riochiquito, él ya sabía de televisión y cine.

Tanto él como su familia eran amigos del dirigente comunista Diego Montaña Cuéllar, en cuya casa “se hablaba de marxismo y se echaban tragos”. Fue él quien le propuso hacer un documental de esas regiones campesinas. “Diego me dijo que hiciera una lista de lo que se necesitaba. Incluí una cámara, equipos de sonido y luces. Eso quedó en manos del partido, pero el trámite se demoró mucho”, recordó Pepe.

La guerra estalló en Marquetalia en 1964 y el proyecto de Pepe Sánchez tuvo un giro inesperado. “Montaña me llamó a comienzos de 1965 y preguntó si seguía interesado en la idea de filmar. Ante mi respuesta, ‘yo encantado’, me contó que iban a llegar dos cineastas franceses enviados por el documentalista holandés Joris Ivens”, en su momento conocido como el “Holandés errante”.

Los elegidos fueron el camarógrafo Jean Pierre Sargent y el director Bruno Muel. El papel de Pepe Sánchez fue ser consejero y traductor, aunque a veces metía la cucharada dando ideas para el filme. “Duramos diez días en llegar a Riochiquito, a donde se habían desplazado los campesinos de Marquetalia. Allá estaba el Estado Mayor Central de las nacientes guerrillas que se convertirían en las Farc”.

“Pasamos un puesto lleno de militares a quienes mostramos credenciales que había conseguido. Entramos como documentalistas para realizar un supuesto trabajo sobre las aves de la selva y los indígenas paeces, pero en verdad entrevistamos a Jacobo Arenas, quien apareció en la cinta haciendo arengas; a Manuel Marulanda y al joven revolucionario Hernando González, a quien conocía desde mi época universitaria en Bogotá”, contó Pepe Sánchez.

En su memoria quedó la imagen de Manuel Marulanda como “el más callado de todos, de gran sencillez”, y también la referencia del momento de cruzar de nuevo el puesto militar, esta vez a caballo, aprovechando una tregua entre los dos bandos. La filmación se convirtió en un documento histórico sobre la etapa de creación del movimiento de autodefensa campesina y la resistencia de Marquetalia.

“De Marulanda recuerdo su olfato de estratega guerrillero. Un día, antes del alba, comentó seguro: ‘a las 8 desayunamos y de inmediato vamos a las trincheras, pues no demoran en bombardearnos’. Así fue. Todo quedó registrado en las cámaras. Después dijo: ‘Vamos a almorzar, que esos vuelven a las dos’. La andanada de metralla y fuego terminó a las cinco de la tarde”.

En veinte minutos, quedaron para la posteridad escenas de ranchos quemados, vuelos rasantes de la aviación militar, éxodo campesino, arengas de Marulanda o de Jacobo Arenas y decenas de hombres con el fusil al hombro emprendiendo una lucha que marcó medio siglo de historia. Al final del documental, en la banda sonora quedaron retumbando ecos de música indígena.

“El material fue editado en París con locución de Alberto Rojas Puyo. Yo quise filmar más el lado humano de la tragedia, pero los franceses le dieron más fuerza a la parte política”, recalcó Pepe Sánchez, quien después detalló la odisea de la salida. “Fueron quince largos días de marcha. Nos condujo el comandante Hernando González, pero a su regreso se equivocó, tomó la misma trocha y lo emboscaron”.

A Sánchez le tocó subir picos altos del Cauca y descender a las llanuras ardientes del Tolima para ponerse a salvo y resguardar el material fílmico. “Como sabían que habíamos estado con los guerrilleros, la orden militar fue disparar sin contemplaciones. Pasamos días sin alimento, comiendo almendras de monte, hasta que otro grupo nos recibió con provisiones y pudo llevarnos hasta las goteras de Bogotá”.

Los cineastas franceses fueron detenidos a su regreso y en menos de 24 horas expulsados de Colombia. Sánchez quedó a cargo de los rollos y preservó el material, que en menos de dos meses se dio a conocer al mundo. En el filme se ve a Marulanda escribiendo a máquina. Sánchez aportó su evocación: “Escribía todas las mañanas una bitácora de los sucesos, que luego revisaba Jacobo Arenas, quien tachaba algunas cosas”.

Pepe Sánchez nunca apareció en los créditos del documental Riochiquito, lo cual no impidió que lo investigaran. “Me buscaron y el conocido abogado Rafael Poveda, mi apoderado, me aconsejó que me presentara ante el juez Muñoz Martínez, un conservador que hizo especialización en interrogatorios en la España franquista. Fue difícil, pero yo me sentía orgulloso”.

Fue a tres diligencias y en la última se enteró de que las autorizaciones para entrar a la zona habían desaparecido del expediente. “Ante esa circunstancia, Poveda y mi familia me dieron una orden: piérdase de inmediato. Me refugié en Chile, allí pasé cuatro años y trabajé como asistente de Miguel Littin en su película El Chacal de Nahueltoro. A pocos meses para el golpe de Pinochet, regresé a Colombia”.

Se unió a un grupo de cine político que encabezaba Carlos Álvarez y con él hizo documentales que mostró en barriadas populares, sindicatos y movimientos estudiantiles. A veces lo acompañaron su hermano Carlos Sánchez o su amiga Gabriela Samper. Es decir, Pepe Sánchez fue gestor de una línea de dramaturgia comprometida, con una razón adicional: hace más de medio siglo fue testigo de los orígenes de la guerra en Riochiquito

jueves, 8 de diciembre de 2016

UNA RESPUESTA A URIBE. Tratando de entender (62)

tomado de el espectador  19 ABR 2016 - 1:42 PM


Luego de que lo señalara de ser enviado del Eln, el activista Moritz Akerman —padre de Yohir, columnista de este diario también acusado por Uribe— invita al expresidente a “construir puentes de entendimiento” con el presidente Santos.
Por: El Espectador




El trino del expresidente Uribe en el que acusa a Moritz Akerman de ser "enviado del Eln", en una tanda de acusaciones contra su hijo Yohir por una columna en este diario.


En días pasados, y luego de que el senador del Centro Democrático Álvaro Uribe Vélez lanzara una andanada de acusaciones por una columna de su hijo Yohir en este diario, Moritz Akerman decidió responder al expresidente.

No lo hizo, sin embargo, en el mismo tono. Si bien explicó su participación política en la izquierda democrática, prefirió invitar al expresidente y a su grupo político a sumarse a la posibilidad de paz, desde sus propios intereses y pensamiento.

Días antes, su hijo Yohir contestó en su columna a las acusaciones injuriosas de Uribeseñalándolos a ambos de ser miembros de ese grupo armado.




Este es el texto de la misiva enviada a Uribe Vélez:

Respetado doctor Uribe:

Me dirijo a usted no por el temor que podría generar su acusación por twiter de que soy enviado del Eln, o de que mi hijo es un miembro del mismo, organización insurgente que practica el terror como forma de lucha que he condenado durante toda mi vida política. Terror rechazado por todos los colombianos.

Creo que usted debe saber que fui comunista (hijo de Bolchevique venido a América a desarrollar las luchas sociales que tuvieran por fin una sociedad más igualitaria… pero que resultó en el totalitarismo propio del comunismo y de otras tantas versiones).

Salí del Partido Comunista por mis críticas al totalitarismo soviético y explícitamente, por mí critica a la lucha armada y a las Farc. Tal vez, si algo es cierto es que, fui el primer izquierdista que escribió públicamente que la lucha armada, las guerrillas todas, no sólo iban a destruir el movimiento social-democratizador (incluido el P.C.) sino que, amenazaban la democracia misma. En mi opinión, eso paso.

Pero no es esa discusión la que quiero desarrollar en esta carta. Quiero aprovechar el desencuentro con usted, para insistir en mi convicción de que el trabajo y concertación por la paz de los colombianos no se logrará efectivamente sin su personal comprensión y participación en su construcción. Como también la de su movimiento el Centro Democrático.

Gran parte de las posibilidades de paz de hoy, se deben a su Gobierno y a sus esfuerzos personales porque las guerrillas se percataran de cuán lejos estaban de amenazar realmente el poder. Y de cuánto perjudicaba su accionar al propio movimiento social. No he podido entender, por tanto, su rechazo a un proceso de paz negociada que reivindica sus esfuerzos en la seguridad. Conozco personalmente de usted su disposición y admiración para retomar el modelo del proceso de paz del expresidente Belisario Betancur. Ese modelo era más laxo en temas de justicia que el actual.

Y sí. Sé que, en ocasiones, el presidente Juan Manuel Santos y algún otro negociador han confundido las críticas a determinados procederes en la negociación, poniendo a los críticos como enemigos de la paz negociada. Pero quién no, siendo presidente de un país tan inestable y cambiante, puede asegurar que nunca ha descalificado a la oposición. ¡Menos que nadie usted! Pero igualmente sé de la profunda convicción que asiste al presidente Juan Manuel Santos para buscar su comprensión y compromiso constructivo en este difícil proceso.

Expresidente Uribe: usted tiene todo el derecho de criticar y defender los intereses de ganaderos, terratenientes y aún algunos industriales, que sienten temor de una izquierda tan primaria, como la colombiana. Usted debe encabezar y fortalecer las posiciones de la derecha democrática. Ni más faltaba. Esa es la democracia.

Pero eso no niega que con el gobierno de Juan Manuel Santos usted pueda construir, todavía, puentes de entendimiento que hagan del proceso La Realidad Irreversible: que los colombianos de todas las vertientes políticas no vuelvan, nunca jamás, a utilizar la violencia para imponer sus ideas o defender sus intereses económicos o políticos.

Aún más, los que abrigan la ilusión de una victoria sobre el uribismo (o viceversa) como condición para ahí sí pactar, deberían recordar la frase del general Wilhelm Von Paulus (quien comandaba las tropas nazis contra la Unión Soviética, en la pretendida victoria que Hitler vociferaba sobre Stalingrado: “Y otra victoria como ésta y la patria está perdida”. Lo peor que nos puede pasar es dejarnos arrastrar por un fanatismo delirante.

Como diría el padre del teatro del absurdo, Ionesco: “las rinocerontitis mas diversas, de derecha a izquierda, constituyen las amenazas que pesan sobre la humanidad [Colombiana] que no tiene tiempo de reflexionar, de recuperar su lucidez…” ¡Usted sí que puede ayudar a recobrar la lucidez en paz de los colombianos!

Voté por usted para su primera Presidencia; defendí el referendo. Me opuse a su reelección. Pero aún más, pese a su irascibilidad hay (debajo de ella) en usted un seguro trabajador por la seguridad, base de la reconciliación de todos los colombianos: no deje que las apariencias y menos la política minúscula, traslapen su condición de estadista y de constructor de Paz. ¡Colombia lo agradecerá!

Atentamente,

Moritz Akerman





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