martes, 22 de diciembre de 2015

"YO SOBREVIVÍ A LA MASACRE DE TACUEYÓ" Tratando de entender (47) Documentos pertinentes.


Revista Semana  2006/02/12 00:00
"Yo sobreviví a la masacre de Tacueyó"


Un niño de 15 años sobrevivió hace 20 años a la peor masacre de la historia de Colombia, cometida por un grupo disidente de la Farc contra sus propios miembros.
Manuel Manrique tenía 15 años cuando fue brutalmente torturado y estuvo a punto de ser ejecutado. Hoy tiene 35 años, una famlia y trabaja en una vereda de Huila.

Esta semana se cumplen 20 años de la peor masacre cometida en Colombia. Entre noviembre de 1985 y enero de 1986, Fedor Rey, conocido como 'Javier Delgado', comandante de una guerrilla disidente de las Farc, y su lugarteniente más cercano, Hernando Pizarro Leóngomez, asesinaron a 164 de sus compañeros. La mayoría, jóvenes campesinos que habían ingresado recientemente a las filas de su movimiento. Muchos también eran universitarios que fueron llamados por Delgado hasta sus campamentos con el sólo propósito de ser asesinados. 'El monstruo de los Andes', como se le conoció a Delgado, torturó a todas sus víctimas con métodos que ni siquiera se conocieron en las sangrientas épocas de la Violencia. Se encontraron cuerpos a los que les habían abierto el pecho, aún con vida, para desgarrarles el corazón. Tres cadáveres de mujeres embarazadas con los vientres vacíos. Varios de esos hombres fueron enterrados vivos. Todos estaban mutilados. En los primeros días de diciembre de ese año empezaron los rumores de que en Tacueyó, Cauca, se estaba produciendo una matanza sin precedentes. Se sabía que Delgado estaba matando a sus propios compañeros, obsesionado con la idea de que eran militares infiltrados en su movimiento. El grupo Ricardo Franco había nacido a principios de los 80, cuando Delgado, que era un hombre de confianza de Jacobo Arenas en las Farc, se fugó con un millón de dólares para crear su propia guerrilla. Gracias al dinero y a su radicalidad, creció muy rápidamente, especialmente en Cauca. Los rumores de la matanza avivaron la curiosidad de los periodistas. Se hablaba de que en las montañas de Toribío estaba el Pol Pot colombiano. Entonces, un grupo de reporteros buscó contacto con Delgado y llegaron hasta su campamento. Lo que vieron quedó plasmado en fotos y videos, como una historia de horror. Cinco hombres, con cadenas amarradas a sus pies, manos y cuello, esperaban su ejecución. Cada uno de ellos, después de haber sido sometido a las más increíbles torturas, confesaba ser oficial del Ejército, o de los organismos de inteligencia. Uno de ellos, de apenas 15 años, que decía ser cabo del Ejército, los conmovió a todos. Los periodistas entendieron que la locura se había apoderado de los guerrilleros. Era completamente imposible que un niño fuera un suboficial y sólo pudieron imaginar el sufrimiento al que había sido sometido para terminar confesando semejante absurdo. La foto de los condenados a muerte le dio la vuelta al mundo. Los hombres fueron ejecutados, pero el niño sobrevivió. SEMANA habló con él. Esta es la increíble y dolorosa historia de Manuel Manrique, el niño que a los 15 años conoció el infierno. Dos veces regalado "Cuando tenía 11 años mi mamá me entregó a la guerrilla. Mi papá se acababa de morir y ella no sabía qué hacer con nosotros. Me dijo: nos vamos, y me subió hasta el campamento del Ricardo Franco, me dejó en manos de Javier Delgado. Allá me dieron entrenamiento, me ponían a cocinar y después me pusieron a cargar un fusil. La única consideración que tenían era que no cargaba mucho en el morral, por lo pequeño que estaba. De resto, me tocaba ser combatiente como todos. Empezó a gustarme el combate. Yo soy así como me ve: tranquilo. "En ese entonces, mucha gente empezó a entrar al Ricardo Franco porque había plata y buenas armas. Especialmente después de que nos tomamos un pueblo que se llama Miranda, donde se incorporaron muchas personas. "Ahí comenzaron los problemas porque se empezó a comentar que entre los recién ingresados había cinco infiltrados. Entonces empezó a perderse gente. Los sacaban en grupos y los llevaban para otros dos campamentos donde bajo tortura, unos aventaban a otros, y así se fue haciendo interminable la lista de supuestos infiltrados. Delgado empezó a cambiar. No dormía, se la pasaba caminando de día y de noche, se mantenía aislado. Creo que fumaba mucha marihuana. Hernando, que era hermano de Carlos Pizarro, también metía mucha droga. Él y Miguel, un costeño alto y delgado el hijuepuerca, eran los que más torturaban. "Yo no entendía muy bien qué estaba pasando. Imagínese. Era un niño. Escuchaba que había infiltrados y de otros compañeros que habían desertado. Incluso de una muchacha que tenían enterrada hasta el cuello y logró escapar. En una ocasión me llevaron a cuidar a unos detenidos, que estaban amarrados. Los cuerpos estaban completamente hinchados por las heridas. Lo único que veía era carnes moradas, rojas, tiradas en el piso, ya no parecían gente. "En esas llevábamos un mes, cuando un día, a principios de diciembre, cometí el error de decirle a un compañero mío: "oiga, cómo ha cambiado Javier Delgado". Eso fue suficiente para que me delatara con los jefes, y empezaran conmigo. Vino el propio Delgado y me dijo: "Qué está insinuando de la vida mía, sapo h.p". Yo, que ya había visto lo que les había ocurrido a otros, sabía lo que me esperaba. Entonces me convidaron para subir a otro campamento que después llamamos Campo Santo, por la cantidad de muertos que allí había. Al subir, Miguel me dio el primer culatazo. Me quedé sin aire, pero me siguió golpeando y me decía: "Desembuche h.p sapo". "¿Desembuche qué?", decía yo. Entienda: yo era un chino, a pesar de que tenía tiempo ahí, no entendía muy bien qué era un grupo guerrillero. Me encadenó por la cabeza, las manos y los pies. Después llegó con una pita de poliéster. Pensé: "Estos malditos me van a matar". Ya había visto que a algunos los ahorcaban así. Pero no. Me taparon la boca con una bayetilla, luego, con los cordeles, me colgaron de pies y manos, como cuando están secando el cuero de una vaca. Piernas y brazos estirados. Quedé colgando del aire. El dolor era insoportable. No podía respirar. No sé cuánto duré así porque me privé. Cuando desperté estaba al lado de otros prisioneros, a los que no conocía. Después supe sus nombres. A uno de ellos le decían Efraín. "De él me acuerdo bien porque un día que lo estaban golpeando duro me señaló a mí, y dijo que yo era de la CIA. Yo estaba a un lado amarrado y ahí mismo le grité: "¿Por qué me acusa? Si eso no es cierto". Admito que en algún momento dije que yo pertenecía al Ejército pero no me acuerdo cómo llegué a eso. Las torturas eran muy duras. "Por esos días llegó un grupo del M-19 al campamento. Carlos Pizarro se quedó mirándonos y escuché cuando le dijo a Delgado, "suelte al niño". Pero Delgado no le contestó. Ya estaba muy perdido. Luego nos movieron a un sitio llamado Mariposa, en Jambaló. Hasta allá subió un cura y nos dio una misa y pidió el derecho de darnos la bendición. Después se fue. "A los siguientes que vimos fue a los periodistas. Raul Benoit le pidió también a Delgado que me soltara. De inmediato no pasó nada, pero eso le quedó calando porque a los pocos días me sacaron a un caserío indígena que se llama Pueblo Nuevo. Me iban a dejar en esa comunidad, pero los líderes no quisieron recibirme. Dijeron que no querían problemas. Cuando estuve a punto de quedar libre, me devolvieron otra vez a ese infierno. "Esta vez me llevaron para Campo América, otro sitio donde las torturas eran peores. Al rato de haber llegado me pusieron a cavar un hueco. "Con barretones me tocó sacar las raíces de un árbol. Cuando estuvo listo, 'El mompa', un guerrillero que anda todavía por ahí en Cali todo loco, me enterró. Pensé que apenas me iban a tapar hasta el cuello, pero me cubrieron toda la cabeza con tierra, después pusieron un palo encima. Al principio me desesperé. Me sentí muerto. Habían pasado muchas horas y sentía una agonía terrible. Entonces pensé que tenía que tranquilizarme. Cuando ya estaba casi desfallecido, pensé: "La tierra tiene que tener oxígeno". Y pegué bien la cara a la tierra. Y sí, es cierto ¡la tierra tiene oxígeno! Así yo pude sobrevivir durante casi 12 horas. Cuando me desenterraron estaba completamente gordo. "Saquen a ese mugre de aquí", dijo Miguel. "Quedábamos muy pocos. Pasaron los días y los cuatro que estaban conmigo pedían que los mataran. Y así fue. Los fusilaron de a uno. Al final sólo quedamos Efraín y yo. Luego vinieron por él y yo escuché el tiro de gracia que le dieron. Cuando vi asomar al 'Mompa' sabía que me había llegado la hora. "Aquí se termina la vida tan h.p que me tocó vivir" pensé. Pero Delgado dio la orden de que no me mataran. Ese mismo día mandaron a cuatro guerrilleros a que me sacaran del campamento. En el camino, dije que iba a orinar y me les escapé. Corrí por toda la cordillera hasta que llegué a la casa, en San Francisco Toribío. Había durado casi dos meses amarrado". Epílogo La historia de guerra de Manuel Manrique no termina ahí. Pocas semanas después, pasó por su casa una columna del M-19 dirigida por Marcos Chalita. La mamá de Manuel les dijo que su hijo estaba loco, que no comía, ni hablaba. Les rogó que se lo llevaran. Por segunda vez, fue entregado a los guerrilleros. Con el M-19 duró cinco años, hasta cuando se desmovilizó con este grupo. Entonces tenía 20 años. En varias ocasiones estuvo con Carlos Pizarro. Manuel dice que éste lo miraba y con frecuencia le decía "me da pesar verlo a usted aquí...y saber que fue torturado por un hermano mío". La desmovilización no ha borrado esos momentos aciagos. Así lo demuestran una arruga permanente entre ceja y ceja, la mirada endurecida y la dificultad para arrancarle una sonrisa de los labios. "Nadie se imagina las cosas que vi", dice. Manuel tiene ahora 35 años, y se gana la vida humildemente manejando una guadañadora en una vereda del Huila. Vive en la pobreza, pero los dolores sufridos han menguado desde que tiene a sus tres hijos, y a su compañera, con la que vive hace cuatro años. El año pasado, cuando decidieron casarse, el sacerdote le puso como condición que se reconciliara con su madre, porque no podía empezar una nueva vida con el resentimiento que llevaba por dentro. Por primera vez, viajó hasta Toribío y se encontró con ella frente a frente. "La perdono. Entendí por qué me entregó al Ricardo Franco: estaba desesperada por la pobreza". En diciembre de 1985, después de que se conoció la masacre de Tacueyó, la Coordinadora Nacional Guerrillera expulsó al grupo Ricardo Franco. Las Farc se dieron a la tarea de perseguir a Hernando Pizarro y Javier Delgado, para matarlos. Pizarro murió baleado en una calle de Bogotá en 1994, al parecer en un asunto de delincuencia común. Delgado (Fedor Rey) fue capturado en 1995, en un operativo contra el cartel de Cali, organización para la que finalmente terminó trabajando. Fue condenado a 19 años de prisión por rebelión y por 164 homicidios ocurridos en Tacueyó. Delgado no llegó a cumplir su condena. En junio de 2002, el 'monstruo de los Andes' fue ahorcado en su celda en la cárcel de máxima seguridad en Palmira por un comando de las Farc. Esta ha sido quizá la más numerosa y atroz masacre cometida en el país en las dos última décadas. Paradójicamente, fue cometida por la guerrilla contra sus propios hombres. Y también ha pasado a la historia como el más espeluznante caso de paranoia colectiva. Que algo así llegara a ocurrir no se explica sólo en la locura de unos cuantos, sino en el profundo autoritarismo que se anida en las estructuras de la guerra. Y que a lo largo de estos años se ha repetido incontables veces.

lunes, 30 de noviembre de 2015

QUIEN FUE RICARDO LARA PARADA. TRATANDO DE ENTENDER (46) DOCUMENTOS PERTINENTES.

¿QUIEN FUE RICARDO LARA PARADA?
         
      

Habla la hija de uno de los fundadores del Eln

Ricardo Lara Parada fue uno de los fundadores del Eln, guerrilla de la que hizo parte hasta inicios de los años 80, cuando dejó las armas. Fue asesinado por el mismo Eln el 15 de octubre de 1985.
Por: Luis Eduardo Celis, Especial para El Espectador


¿Quién fue Ricardo Lara Parada?

Ricardo Lara, mi padre, fue un pionero, el primer exguerrillero elegido democráticamente por voto popular en Colombia, con la capacidad de aglutinar diferentes movimientos de izquierda, desde liberales hasta el partido comunista, creando una plataforma de lucha social y como fue el Frente Amplio del Magdalena Medio (FAM) en el año 1983. También fue un hombre avanzado a su tiempo, porque como me dijo el General Valencia Tovar en una entrevista que le hice: "Tu papá estaba destinado a morir joven, o lo mataba el Eln o lo matábamos nosotros, no había garantías para él en aquel entonces".

Cuéntenos de su niñez.

Mi madre se fue a la guerrilla del Eln muy joven, siendo una de las primeras mujeres combatientes. Mi abuelo materno fue asesinado y decapitado por el Ejército y mi abuela estuvo en la cárcel acusada de ser "auxiliadora" de la guerrilla. Mi papá era de origen santandereano, hijo de Ulda, costurera de Barrancabermeja, y de Víctor Sócrates Lara, cadenero de la Tropical Oil Company. Mi niñez la recuerdo entre Nicaragua, en medio del exilio y el trabajo político que hacia mi papá con los sandinistas, en Panamá y entre las calles asoleadas de mi Barrancabermeja.

¿Cómo fue la muerte de su padre?

Lo mataron en la puerta de la casa de mi abuela. Oí los disparos, me asomé y lo vi en el suelo agonizando. No se me borrará jamás esa escena.

¿Por qué cree que el Eln lo asesinó?

Al principio pensé que por haber abandonado el Eln, siendo catalogado de traidor, delator, que se acostaba con campesinas, según dice la historiografía oficial de esa guerrilla. Pero a medida de que he ido reconstruyendo su historia, a través de sus amigos en el monte, en la ciudad, en el exilio, en el FAM e incluso en entrevistas con sus rivales políticos y militares, estoy casi segura de que lo asesinaron porque estaba quitándole base social al Eln, ya que el proyecto social y político del FAM crecía exponencialmente por todo el Magdalena Medio y el Eln de aquel entonces solo creía en el foco guerrillero sin lucha política de masas en la ciudad. Por eso lo vieron como un rival político, como una amenaza a sus intereses. También creo que se mezcló esa condición humana de egos, poder, envidia y celos políticos de lo que se empezaba a construir.

¿Qué sabe de la relación de su padre con Fabio Vásquez Castaño, otro de los fundadores del Eln?

En Cuba, donde se conocieron, tuvieron una gran complicidad. Estudiaron juntos el libro de “150 Preguntas a un Guerrillero”, del General Bayo. Con los años empezaron a sentir la pesadez de la guerra y la dureza del monte. En Moquí, que es una quebrada que desemboca en el Rio Nechí, en el campamento de “Campo Línea”, en el nordeste Antioqueño, se hace una asamblea de análisis crítico del estancamiento de la organización. Mi padre inicia su autocrítica como segundo al mando, así lo hace también el grupo que dirige. Según mi padre, “ni Fabio ni su grupo hacen la autocrítica que deberían”. A raíz de esto inician serias diferencias de cómo se está dirigiendo la organización y decide abandonar el Eln junto con German Sarmiento e Iván Forero.

¿Cómo vivió su madre el tiempo en que su padre estuvo preso?

Mi padre salió de la guerrilla enfermo y se refugió en la finca de un campesino que lo entregó al Ejército. Este hecho ocurrió alrededor del mismo tiempo de Anorí, que fue una gran operación militar que se desarrolló contra un grupo del Eln, entre junio y octubre de 1973, donde fue aniquilado un destacamento del Eln, allí mueren Antonio y Manuel Vasquez Castaño, igualmente fundadores del ELN. Mi madre es capturada en ese cerco el de Anorí. Mi padre es trasladado a la cárcel La Picota y mi madre a la del Buen Pastor, en Bogotá. Se comunicaban por medio de cartas. Allí en la cárcel contrajeron matrimonio. Tengo entendido que les permitían algunas visitas conyugales, en las que fui concebida.

¿Qué hizo su padre al salir de la cárcel?

A través de un amigo eleno de la red urbana, se relaciona con Gabriel García Márquez, y este lo pone en contacto con el primer mandatario de Panamá, Omar Torrijos, quien lo acoge en su país.

¿Cómo fue su periplo por Panamá y su relación con el presidente Torrijos?

El presidente Torrijos fue un buen amigo de mi padre. Lo recibió con los brazos abiertos cuando salió de La Picota en 1978. Lo puso al frente de un proyecto destinado a cooperativizar el cultivo de las tierras en la región de Coclesito. Igualmente tuvo una amistad entrañable con José de Jesús Martinez (Chuchú), guardaespaldas y mano derecha de Torrijos.

¿Qué hizo en Nicaragua?

El Presidente Torrijos lo puso en contacto con Tomás Borges, ministro del Interior del gobierno sandinista. Allí estuvo a cargo de una mina y haciendo trabajo político y social con los indígenas miskitos, más adelante entrenaría a grupos de sandinistas que luchaban contra el terrorismo de la Contra. También fue guardaespaldas y amigo personal de Borges.

¿Es cierto que pensó en vincularse al M-19?

Mi padre tuvo una entrañable amistad con Jaime Bateman, por su afinidad costeña, jocosa. Una relación que también creó recelos en la dirección provisional del Eln de aquel entonces. Tuvo propuestas para vincularse al M-19, pero no solo al M, en aquel entonces el Eln se encontraba fragmentado y había una crisis en su interior, y varios frentes de esta organización que nunca pensaron que mi padre era un contra-revolucionario, le pidieron que se reincorporara a la organización en calidad de jefe. Iván Marino le ofrece formar un frente en el Cauca, pero mi padre se encontraba ya en una mirada distinta a la lucha armada. Adicionalmente se da la amnistía de Betancur.

¿Por qué dejó de creer en la acción política con armas?

Porque en sus 10 años de lucha en el monte sintió que la lucha armada no había logrado un impacto social y político que conllevara a la toma del poder, por esto mismo criticó al foco guerrillero. Por otro lado, su experiencia en Centroamérica influyó en este sentido. Sin dejar en la colcha la desilusión de algunos errores políticos e históricos que se cometieron dentro del Eln, como los "fusilamientos".

¿Cómo fue la vida de la familia después del asesinato de su padre?

Fue un golpe cruel y devastador. Mi madre no quiso saber nunca más de política, nos envolvió en una cápsula para protegernos. Duró mucho tiempo como perdida, pidiendo y buscando explicaciones que nunca llegaron. Mi hermano se quedó con sus manos abiertas, esperando un abrazo y una reconciliación con mi papá, ese día en la mañana mi padre lo había castigado. Mi abuelita miraba hacia la nada con sus ojos vidriosos recordándolo cada noche.

¿Qué piensa hoy del Eln?

Pienso que su lucha sigue siendo justificada pero no por medio de las armas. Las razones y principios que generaron que mi padre y otros compañeros decidieran fundar el Eln hace 51 años, siguen siendo vigentes, pero creo que continuar con la lucha armada es una guerra sin sentido que puede durar 51 años más sin ninguna transformación estructural para el pueblo colombiano.

lunes, 10 de agosto de 2015

NADA ES FACIL. TRATANDO DE ENTENDER (45) DOCUMENTOS PERTINENTES



OPINIÓN | 2015/08/08 22:00
Nada es fácil



Yo podía estar muy incómoda teniendo que sostenerle la mirada a un victimario, pero estoy casi segura de que él pasó un rato más amargo teniendo que explicar lo inexplicable.










María Jimena Duzán   Periodista.





Fredy Rendón Herrera, fue conocido como "el alemán"
video de la entrevista con Maria Jimena Duzán.



El miércoles de la semana pasada entrevisté para el programa Semana en Vivo, al exjefe paramilitar Fredy Rendón, conocido como el Alemán, uno de los comandantes más sanguinarios de las AUC, y debo confesar que fue una entrevista muy difícil de realizar.


Como periodista quería saber si los exjefes paramilitares que están saliendo a la calle luego de haber cumplido su condena en justicia y paz están de verdad dispuestos a trabajar por la reconciliación como lo han anunciado. Pero, sobre todo, me parecía importante saber si la carta que varios de ellos –el Alemán era uno de los firmantes– le enviaron hace un tiempo a la Mesa de La Habana, publicada por SEMANA, en la que ofrecían cesar su venganza contra las guerrillas, ayudar a desmontar las bacrim y trabajar en la reconciliación desde las regiones, era una promesa vana o si estaban dispuestos a cumplirla. Sin embargo, también es cierto que como víctima del paramilitarismo no podía esconder el desprecio infinito que les guardaba y la poca credibilidad que me merecían sus anuncios de reconciliación.


No obstante, aunque me costó aceptarlo, tuve que reconocer que hasta un sanguinario como él, sin mayor condición humana, tiene campo para la reconciliación. Me dejó la impresión de que llegó a ella porque simplemente no pudo resistir seguir siendo ese monstruo en que lo convirtió una guerra que casi lo deshumaniza. Vi cómo se le frunció el ceño cuando le recordé que él era recordado por haber jugado fútbol con la cabeza de un campesino. Él negó esa atrocidad y me di cuenta que se sentía aún más desajustado y avergonzado aclarando que ese campesino había sido degollado de un machetazo, pero que no se había jugado fútbol con su cabeza.


Yo podía estar muy incómoda teniendo que sostenerle la mirada a un victimario en la entrevista, pero estoy casi segura de que él pasó un rato aún más amargo teniendo que explicar lo inexplicable. Y esa incomodidad que le sentí, me recordó algo que las víctimas de este conflicto olvidamos: que detrás de estas historias dantescas hay personajes humanos que pueden llegar a arrepentirse de lo que le hicieron a la humanidad.


El Alemán no fue solo un comandante que llenó de terror la región del Urabá, sino un soldado que decidió armarse para enfrentar a la guerrilla de la mano de la Policía y del Ejército y que actuó al lado de la Brigada 17, comandada en ese momento por el general Rito Alejo del Río, hoy condenado y preso en una cárcel de cinco estrellas dentro de una brigada de Bogotá.


Su poder político le permitió financiar varias campañas sin que ninguno de esos políticos que hoy niega conocerlo se hubiese negado a recibir el dinero cuando el Alemán se los ofreció. Y todavía creo que no entiende cuándo fue que dejó de ser un aliado de la contrasubversión y un poderoso en la región para convertirse en el único malo de la película. Pagó su condena, resarció a las víctimas y dijo un pedazo de verdad sobre el paramilitarismo y sus tentáculos con el Estado que aún la justicia no ha podido investigar del todo, pero no tiene muchas opciones de que esta sociedad lo acepte de nuevo.


Por la ley colombiana, no puede hacer política y aunque él no quiere ir al Congreso, si quisiera volver a Necoclí a saldar su cuenta con las víctimas y trabajar por la reconciliación. Sin embargo, en Necoclí a pesar de que muchos esperan su llegada con los brazos abiertos, sus víctimas temen que el terror venga detrás de él.


No soy nadie para decir si su arrepentimiento es sincero como él asegura. Lo que sí tengo claro es que si esta sociedad quiere realmente reconciliarse tiene que no solo empezar a creerles, sino darles la oportunidad para que nos demuestren que en realidad están dispuestos a trabajar por la reconciliación de este país. Excluirlos de la reconciliación sería el peor error que podríamos cometer. Al fin y al cabo es con los ex jefes paramilitares y con las FARC que la sociedad tiene que reconciliarse.

domingo, 21 de junio de 2015

LA CARTA DE CASTAÑO. (44) TRATANDO DE ENTENDER. DOCUMENTOS PERTINENTES


La carta de Castaño

NOTA DEL EDITOR: Después de su desmovilización y regreso a  la clandestinidad en 2007 alegando incumplimiento grave de los acuerdos pactados con los grupos de autodefensa en Ralito,  Vicente Castaño Gil dirigió esta carta a Luis Carlos Restrepo, Comisionado de  paz del gobierno haciendo claridad sobre los acuerdos y los incumplimientos. esta nota se podría titular mas bien, "BREVE RESUMEN DE UNA ESTAFA".

SEMANA.COM publicó el texto integro de la explosiva carta de Vicente Castaño, desde la clandestinidad, al alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo en un articulo llamado "La carta de Castaño"  reproducción textual.



"CARTA PÚBLICA 

al doctor 

LUIS CARLOS RESTREPO RAMÍREZ, 

alto comisionado para la paz. 



Respetado doctor: 



Tiene usted razón en afirmar que no tenemos derecho a hacer ningún reclamo sobre acuerdos secretos con el gobierno, ya que no existen. Los acuerdos que nosotros estamos reclamando fueron hechos delante de la Iglesia católica, la 
OEA y la sociedad civil. Los reclamaré en esta vida o en la otra, porque los acuerdos son derechos y así como nosotros cumplimos, lo menos que podemos hacer es exigir que también se nos cumpla. 


Si le está fallando la memoria, o quiere hacer caso omiso de lo que está consignado en sus actas y en sus apuntes, le voy a enumerar los puntos más relevantes de los acuerdos, con una corta explicación de cuándo, dónde y por qué razón, surgieron estos compromisos. 

Partamos recordando lo que ocurrió en una reunión en Santa Fe Ralito, con la presencia de representantes del gobierno, entre quienes además de usted, estuvieron el doctor Alejandro Albarracín, el doctor Juan David Ángel, el doctor Juan B. Pérez y varios acompañantes más. 


La OEA, representada por el señor Caramagna y varios acompañantes. 
La Iglesia, con monseñor Julio César Vidal. 
Las Fuerzas Armadas, con el coronel Acosta. 
Las AUC, con casi toda su comandancia. 
Las Sociedad Civil, con varios asistentes. 


Esta reunión crucial se llevó a cabo como producto de la crisis causada por el intento frustrado de capturar al señor Adolfo Paz, con violación de todos los acuerdos pactados para la zona de ubicación, además, agravado por el traslado de dicho señor a la cárcel de Cómbita, con desconocimiento del compromiso de mantenerlo en una finca-cárcel, mientras transcurriera el proceso de “negociación”. 

Este encuentro fue definitivo para salvar el proceso, estancado y casi roto, entre otras cosas, porque usted mismo lo rompió, cuando durante la acalorada reunión, expresó estas palabras textuales “el gobierno se para de la mesa. De ahora en adelante, si les interesa algún acercamiento con el gobierno, háganlo por intermedio de la Iglesia y la OEA”. Agregó que permanecería en la oficina de la sede del gobierno en Ralito, por si queríamos enviarle alguna sugerencia sobre qué decirle al país. 

Después de una corta reunión de la comandancia de las AUC le enviamos a usted, por conducto de la Iglesia y la OEA, una agenda de siete puntos para salvar el proceso. 

Estos fueron los siete puntos de la agenda: 

1. Seguridad jurídica futura y Extradición. 
2. Estatus político y Ley de Justicia y paz. 
3. Centros de reclusión. 
4. Proyectos productivos. 
5. Reinserción. 
6. Situación de Adolfo Paz. 
7. Búsqueda de mecanismos para dotar de seriedad y cumplimiento los acuerdos pactados, con el fin de evitar futuras crisis o rupturas del proceso de paz. 

El proceso se pudo recomponer gracias a los buenos oficios del señor Caramagna y del ilustrísimo monseñor Julio César Vidal, administrador apostólico de la Diósesis de Montería.  Después de unas conciliadoras palabras de cada uno de estos personajes, el doctor Ernesto Báez, en una concisa intervención, explicó los siete puntos por discutir. 

Recuerdo que usted fue muy claro y muy corto en sus respuestas. Nos dijo que los puntos 1, 2 y 3 eran competencia exclusivamente del Presidente y/o del Ministro del Interior y Justicia. Que sería mejor que nosotros tratáramos esos temas directamente con el Ministro del Interior. Que, en fin, usted era sólo un mensajero del Presidente. 

Para el cuarto punto nos puso en contacto permanente con el doctor Juan B. Pérez, quien estaba presente. 

En el quinto punto nos remitió directamente al doctor Juan David Ángel, director nacional de reinserción, quien estaba presente. 

Respecto del punto sexto, se nos manifestó el propósito de abogar para mejorar las condiciones precarias en que se encontraba recluido el ex comandante Adolfo Paz, sobre todo en lo referente a la restricción de visitas, no sería trasladado sin previo acuerdo, tendría tratamiento de preso político y se le garantizarían todos los derechos al debido proceso. 

En el punto séptimo acordamos no dilapidar esfuerzos, en orden a superar todo tipo de crisis, sin levantarnos de la mesa. Nos comprometimos a respetar las reglas de juego y a cumplir con los acuerdos para llevar el proceso de paz a puerto seguro. 


Terminada la reunión, se nos hizo la confirmación de la visita del Ministro de Interior, para las próximas horas. Monseñor Vidal se excusó de no poder acompañarnos en la reunión con el Ministro. 


Finalmente llegó el señor Ministro, acompañado de la OEA y sorpresivamente de monseñor Vidal, que hizo el gran esfuerzo de asistir, dejando de lado una importante reunión con un gran número de prelados, que le esperaba en Montería, A ellos les adujo que el proceso de paz con las AUC era el tema más importante que tenía el país. Usted no estuvo presente en esta reunión y su ausencia, doctor Restrepo, en este histórico día, aún no la comprendemos. 


Después de una oración ofrecida por monseñor Vidal, el doctor Ernesto Báez hizo una extensa y explícita narración de todos los sucesos ocurridos el día anterior. El Ministro intervino después, argumentando que lo más importante era recuperar la confianza entre las partes, que ese era su principal propósito y a eso venía. Cuando se iba a comenzar a tratar los puntos de la agenda, monseñor Vidal tomó la palabra, diciendo que traía una propuesta para darle solución a nuestra mayor preocupación, que era la debilidad jurídica de la suspensión de la extradición, ya que la sola promesa presidencial de no extraditar a quienes firmemente nos acogíamos a las condiciones del proceso de paz, no era suficiente aval, ni ofrecía garantías de seguridad, frente a lo que al respecto decidieran los gobiernos futuros, distintos al del actual Presidente. 


La propuesta consistía en agregarle un nuevo artículo a la resolución presidencial que ordenaba la suspensión de las extradiciones. Básicamente, el artículo agregado establecería que la resolución perdería toda la fuerza ejecutoria, en un término igual al tiempo de pérdida de la libertad prescrito en la sentencia condenatoria. Es decir que la extradición, en un futuro, sólo podría proceder por hechos completamente nuevos, diferentes a los que habían motivado la extradición inicial. El Ministro aprobó la propuesta de la Iglesia y procedió a redactar el texto de lo que sería el nuevo artículo, para blindar con ello la no extradición. Partió de la reunión con la promesa de incorporar el nuevo artículo a las resoluciones que ordenaban la suspensión de las extradiciones. 


Sobre la Ley de Justicia y Paz le dijimos que era más fácil interpretar la mitología griega que los alcances ambiguos de esa norma. Además, dimos a conocer nuestra preocupación de que la ley, con toda certeza, iría a sufrir grandes modificaciones en la Corte Constitucional. El Ministro fue enfático y prometió firmemente que el gobierno nos cumpliría “de cualquiera manera”, con las garantías y condiciones aprobadas en dicha ley. Que el gobierno tenía distintas alternativas para cumplirnos, así tuviera que tramitar otra ley, para darnos cabal cumplimiento a los compromisos acordados. 

Sobre el tema de la cárcel, el gobierno se comprometió firmemente a construir cinco centros de reclusión para los desmovilizados del proceso de paz, en igual número de sitios del territorio nacional (Magdalena medio, Valledupar, Córdoba, Antioquia, Llanos orientales). Se acordó que un lapso porcentual de la pena sería bajo el régimen de mínima seguridad y el restante, en colonias penales. Se discutió un poco sobre el régimen interno y quedamos de acordarlo en reuniones posteriores. 

El último punto fue el más discutido, por la trascendencia que tendría hacia el futuro, ya que de entrada se habían violado varios acuerdos pactados y firmados. 

Es el caso, por ejemplo, del señor Adolfo Paz, a quien intentaron capturar en la zona de ubicación. Luego de escaparse, su entrega voluntaria fue pactada con usted, doctor Restrepo, bajo la condición rigurosamente convenida de no ser trasladado a una cárcel común, sino a un paraje rural, debidamente custodiado por la Fuerza Pública, y por el tiempo que se extendiera el proceso de paz. Este compromiso fue flagrantemente burlado. Sólo unos días después de estar efectivamente recluido en una finca, al señor Adolfo Paz se le trasladó intempestivamente a Cómbita. 

Pero lo más grave no fue el traslado ni la burla, lo bochornoso e inaceptable fue que usted, doctor Restrepo, en varias ocasiones manifestó que no recordaba los términos de este compromiso, y llegó inclusive a negar que entre usted y los señores Julián Bolívar y Ernesto Báez (intermediarios de dicha entrega) habían pactado algo. Cabe preguntar entonces: ¿Sobre qué base se entregó voluntariamente Adolfo Paz? 

Este antecedente, sumado a muchos otros, no nos dejó duda sobre el presentimiento que nos asistía, respecto de lo que nos podría ocurrir tan pronto como hiciéramos entrega del último fusil. Es decir, a lo que nos tendríamos que atener cuando, con motivo de la entrega de las armas, dejáramos de ser importantes para el gobierno. Y pasó lo que tenía que pasar: Detenciones arbitrarias, sin orden judicial y aun con el salvoconducto presidencial vigente; violación del acuerdo del 13 de mayo de 2004, según el cual, si el gobierno decidía capturarnos, se nos concedía un plazo de cinco días para el repliegue de nuestros hombres; incumplimiento en el compromiso legislativo para devolvernos el estatus político y otros instrumentos de la Ley de Justicia y Paz, abolidos por la Corte Constitucional; la construcción de los centros de reclusión especial para los desmovilizados y demás acuerdos sobre garantías políticas y procesales. 


Como medida preventiva de todo lo que efectiva e inevitablemente ocurriría después, analizamos varias alternativas, para darle garantía y seriedad al proceso. Entre varias escogimos como opción más efectiva la de exigir una comisión de garantes para darles solidez a los acuerdos pactados entre la partes. Analizamos varias opciones: la Iglesia (aclaremos que la Iglesia y la OEA no son garantes, son facilitadores, observadores y testigos), la OEA, la comisión de conciliación nacional, un tribunal de la verdad, un grupo internacional. Por último, optamos por explorar la posibilidad de contratar a la Comisión Clinton. 

Aclarados y definidos todos estos puntos, dimos por superada la crisis que había estancado al proceso, y se procedió a darles continuidad a las desmovilizaciones. 

Cuando le pedimos al Ministro del Interior que firmáramos el acta en la que figuraran los acuerdos sobre los siete puntos ya mencionados, nos respondió que era más importante la palabra de un ministro que una simple firma. Que entendiéramos que estábamos hablando con el alto gobierno, que el gobierno era serio y tenía palabra. Se volvieron a leer una vez más los puntos de la agenda acordados, para que no quedaran dudas, y se anunció al país la continuidad del proceso y las desmovilizaciones. 

No podrá olvidar o ignorar doctor Restrepo que todos estos temas fueron en muchas reuniones posteriores conocidos, discutidos, analizados y aprobados por usted y el Ministro del Interior. 


El compromiso del Ministro del Interior, avalado por usted, doctor Restrepo, sobre el tema de la extradición, lo dimos parcialmente concluido, cuando se nos expresó que el señor Presidente estaba completamente de acuerdo con lo pactado. Además se nos dijo por parte del Ministro -y de eso tuvo usted perfecto conocimiento- que el gobierno, a través del doctor Sabas Pretelt, había hablado con el Subsecretario de Estado americano, y que después de un forcejeo verbal, éste funcionario, a regañadientes, había finalmente expresado que ellos eran respetuosos de los asuntos internos de los países, pero que de todas maneras las órdenes de extradición seguían vigentes. 


Igualmente, el mismo señor Ministro del Interior, con conocimiento suyo, doctor Restrepo, nos dijo que al respecto, también el embajador Wood le había contestado lo mismo y casi con idénticas palabras. 


Meses después de este pacto, le reclamamos al gobierno por la mora en el incumplimiento de incorporar a las resoluciones de suspensión de las extradiciones el artículo que se había acordado durante la crisis. Se nos dijo que era cuestión de paciencia, dado que el gobierno estaba a la espera de nuevas extradiciones aprobadas por la Corte Suprema de Justicia, para de una vez agregar el artículo a todas las resoluciones. 

En una de las últimas reuniones se nos comentó que ya tenían las resoluciones con el artículo agregado, firmadas. Aún no lo conozco. 


Sobre la comisión de garantes se discutió este tema con usted y el Ministro del Interior en la ciudad de Bogotá. Recuerdo que el mismo Ministro descartó la Comisión Clinton, argumentando que se trataba de un ente extranjero, vinculado a asuntos de carácter exclusivamente internos, que no era fácil manejar el tema. 

En vista de esta circunstancia, y ante la terrible sensación de inseguridad que nos inspiraba el tema de los compromisos y de los acuerdos con el gobierno, muchos de los cuales no estaban firmados, le pedimos a usted que interviniera directamente para que le colaborara al Ministro en la conformación de este grupo de garantes. Usted quedó altamente comprometido en interponer sus oficios para lograr este propósito. Todo fue en vano. 


Previa la desmovilización de Jorge 40, en una reunión en Valledupar, el Ministro, Juan David Ángel, Mancuso y yo actualizamos todos los puntos acordados. Jorge 40 le solicitó al Ministro que quedaran firmados; el Ministro contestó que él, antes del 7 de agosto, dejaba todo organizado y firmado. Que confiáramos siempre en el gobierno. 

Los puntos sobre la Ley de Justicia y Paz, estatus político, reinserción y centros de reclusión, fueron altamente debatidos en varias reuniones, tanto con usted como con el Ministro y la Viceministra de Justicia, hasta llegar a aquella reunión con el Ministro y la Viceministra, horas antes del fallo de la Corte sobre la Ley de Justicia y Paz, en la que acordamos: 

1. Se ratificó el tema de la seguridad jurídica de la extradición, y se nos dijo que estaba a punto de reafirmarse en las resoluciones respectivas. 
2. El Ministro reiteró su compromiso de acudir a la vía legislativa para restituirnos las garantías y condiciones de la Ley de Justicia y Paz, como estaban antes del fallo de la Corte Constitucional. 
3 Usted, señor Comisionado, nos dijo que en la misma noche del 18 de mayo, cuando se conoció el fallo de la Corte, el señor Presidente nos había enviado un parte de tranquilidad, y la seguridad de que iría recurrir al Congreso de la República para devolvernos las condiciones jurídicas, dentro de las cuales habíamos negociado. 
4. Seríamos privados de la libertad, solamente cuando los Tribunales profirieran sentencia condenatoria. Mientras tanto, compareceríamos a la investigación y al juicio, sometidos a un sistema de seguimiento a través de monitoreo electrónico. 
5. Pagaríamos una tercera parte de la condena, computado el año y medio de la zona de ubicación, y en los Centros de reclusión especial acordados para desmovilizados de Justicia y Paz, el resto permaneceríamos en las colonias penales agrícolas. 
6 El régimen interno sería de mínima seguridad. 
7. Se nos daría la condición de miembros representantes privados de la libertad. Esto para el efecto de los permisos y autorizaciones necesarios, para desarrollar la agenda de paz. 

Ahora, doctor Restrepo, usted no puede hacerse el de la vista gorda frente a estos acuerdos y compromisos. No le diga al país que no tenemos nada qué reclamar, cuando las burlas y los incumplimientos fueron múltiples. 


Si usted me garantiza, mediante su firma, que está dispuesto a cumplir y en efecto me cumple estos acuerdos y compromisos, YO ME ENTREGO VOLUNTARIAMENTE. 

Ahora bien, frente a temas irreversibles, por haber sido declarados inconstitucionales, estoy dispuesto a que abramos la discusión. 

Mis interrogantes: 

¿Por qué no se ha conformado el grupo de garantes, lo cual no tiene impedimento por parte de la Corte? 
¿Por qué no se ha expedido el decreto reglamentario de la Ley 782? 
¿Por qué no se han conformado nuevos Tribunales para Justicia y Paz, entre ellos el de Medellín? 
¿Por qué no se ha dado cumplimiento al compromiso del gobierno, de agotar la vía legislativa para restituirnos la condición de sediciosos ganada por derecho adquirido? 
¿Por qué no se les ha restituido a los compañeros presos la condición de miembros representantes, tan necesaria para su trabajo político? 
¿Dónde quedaron los compromisos sobre la seguridad en las regiones, y 
cuál va ser el rumbo de la suerte incierta de miles de reinsertados? 
¿Qué va a pasar con el armamento y el enorme arsenal de guerra devuelto al Estado? 
¿Por qué en muchas regiones desalojadas por las Autodefensas Campesinas ha llegado primero la guerrilla que el Estado? 
¿Dónde está el compromiso social del gobierno con las comunidades, en cuyas zonas intervinieron las Autodefensas? 
¿Qué presentación tiene ante el país y el mundo el grave antecedente del incumplimiento a los compromisos pactados, ahora cuando precisamente se adelantan gestiones para iniciar un posible proceso de paz con las guerrillas? 



Recuerde, doctor Restrepo Ramírez, que las promesas son deudas. 

Con la mente clara y el corazón sangrante. 



José Vicente Castaño.”

domingo, 14 de junio de 2015

LAS CAMPANAS DOBLAN POR TI. PARA LA REFLEXIÓN....... (AJGF)

Nota del editor:
Este poema del poeta ingles John Donne, siglo XVI, fue utilizado por el premio Nobel de literatura en 1954, el norteamericano Ernest Hemingway, como cita introductoria de su novela "Por Quien Doblan Las Campanas" sobre la guerra civil española y sus nefastas consecuencias. La propongo como una reflexión para quienes hoy debaten si en Colombia debería dolernos mas la muerte de cuales combatientes, guerrilleros o militares o la de civiles en medio de este conflicto armado infame, como lo es cualquier guerra.
campanaenlatarde

LAS CAMPANAS DOBLAN POR TI. POEMA DE JOHN DONNE. 1624




¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?


¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?

¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?

¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo? 


Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.


Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; están doblando por ti.

domingo, 31 de mayo de 2015

"NADIE FIRMA UN ACUERDO DE PAZ PARA LUEGO IR A LA CARCEL" TRATANDO DE ENTENDER (43) DOCUMENTOS PERTINENTES.




Fuente: Revista Semana   www.semana.com 
NACIÓN | 2015/05/30 22:00

“Nadie firma un acuerdo de paz para luego ir a la cárcel”

Claudia Palacios entrevistó a Otto Morales Benítez antes de su muerte. Estas son sus impresiones sobre el proceso de paz.

“Nadie firma un acuerdo de paz para luego ir a la cárcel”
Foto: Daniel Reina Romero


Pocos meses antes de su muerte Otto Morales Benítez, quien hizo parte de dos procesos de paz, dio sus impresiones sobre los diálogos de La Habana. Este es el resumen de su última entrevista, un extenso diálogo que aparecerá en el libro de la periodista Claudia Palacios sobre perdón y reconciliación, que saldrá a fin de año.

Claudia Palacios: Leyendo la historia, parece que fue fácil lograr la paz en el gobierno de Alberto Lleras, comparándolo con el actual proceso.

Otto Morales Benítez: Era otro país. Re-cuerdo que había un general de nombre López Caicedo que iba por todo el país diciéndole a la gente a nombre del gobierno que ni el Ejército ni la Policía volverían a disparar contra la población. Como el principal problema era la tierra se formó una oficina de rehabilitación con diez abogados y diez economistas que con la Caja Agraria resolvían lo relacionado con la propiedad. Para solucionar el problema del desempleo se decidió que las obras de ingeniería se harían a pico y pala, no con maquinaria, para que los que dejaran las armas tuvieran trabajo.

C. P.: ¿Y la situación judicial de esos guerrilleros cómo se resolvió?

O. M. B.: Con amnistía, la de Lleras Camargo fue la ley más importante de todas. Antes de recibirla, los guerrilleros tenían que presentarse ante los jueces a demostrar qué hacían y probar que no habían vuelto a participar en ningún acto de violencia. Luego en el gobierno de Guillermo León Valencia, Álvaro Gómez boicoteó ese proceso de paz con el ataque a lo que él llamaba repúblicas independientes.

C. P.: Y luego vuelve a estar usted involucrado en la paz en el gobierno de Belisario Betancur… ¡20 años después!

O. M. B.: Acabé ahí, sin querer, nombrado por decreto. La historia es que en el gobierno de Turbay, el antecesor de Betancur, ya se había nombrado una comisión de paz, de la que nombraron presidente al expresidente Lleras Restrepo. Este se enferma, y le dice a Belisario que el que lo tiene que reemplazar soy yo. Yo le dije a Belisario que no, pero aun así sacó el decreto de mi nombramiento.

C. P.: O sea que le toca a regañadientes. ¿Y cómo se contacta con la guerrilla?

O. M. B.: Un día me monté en un taxi y el taxista me dijo que cómo era yo de bruto por haber aceptado la comisión de paz de Belisario. Y me dice que me tiene una carta de parte de Manuel Marulanda, pero que me la entrega más adelante. En la carta Marulanda dice que está muy complacido de que yo estuviera en la comisión y que le dijera cuándo nos podíamos ver. Le pregunté al taxista cuándo se iba a ver con Marulanda, me respondió que cuando yo dijera. Saqué una tarjeta de presentación mía y por la parte de atrás le puse: Marulanda, gracias por su carta, diga cuándo nos podemos ver y en dónde.

C. P.: ¿Y en cuánto tiempo volvió el taxista con la respuesta?

O. M. B.: Luego apareció otro señor en la oficina y me dijo que Marulanda mandaba a decir que si me podían recoger el sábado en mi casa a las ocho de la mañana, que yo ya sabría dónde iba a ser la entrevista. Que sacara tres días, uno para ir, otro para conversar y otro para regresar.

C. P.: ¿Y entonces arrancó rumbo a Neiva?

O. M. B.: Sí, en Neiva nos llevaron a un hotel y nos dijeron que nos recogían al otro día a las seis de la mañana. Al otro día nos fuimos por una carreterita mala hasta una casa campesina donde nos recibió una señora muy amable, nos ensillaron bestias y nos fuimos montaña arriba unas dos horas, con los otros de la comisión, John Agudelo Ríos, Alberto Rojas Puyo, Rafael Rivas Posada.

C. P.: Allá estaba Marulanda…

O. M. B.: Sí, y mucha gente, universitarios, profesores. Marulanda presidía todas las conversaciones, no hablaba mucho pero lo que decía era muy preciso. De pronto estábamos conversando y desapareció todo el mundo en menos de cinco minutos. Cuando volvieron a los diez minutos Marulanda me explicó que había pasado un avión que nos podía bombardear. Ese día firmamos el primer documento entre las Farc y el gobierno y quedamos en volvernos a reunir en Bogotá con delegados que él enviaría.

C. P.: ¿Con el ELN cómo fue el encuentro?

O. M. B.: La reunión con ellos fue en Bogotá, en un edificio en el norte. Fue una reunión azarosa porque ellos tenían ametralladoras y nosotros claro que no, pero fueron muy amables. No me acuerdo de sus nombres, pero en todo caso después de una larga discusión, al final, me dijeron que aceptaban que debían limitar su acción y apostar por la desaparición de la guerrilla y la incorporación a la vida civil.

C. P.: Faltaba entonces el contacto con el M-19…

O. M. B.: Llamé a Bateman y acordamos almorzar en un restaurante en el norte de Bogotá. En el almuerzo me dijo que lo que yo proponía era razonable, pero que él tenía que viajar al día siguiente a Santa Marta y luego a Panamá a conversar con tres personas que se oponían a la idea de un acuerdo de paz. Al cabo de unos días, al no tener noticias, empecé a preocuparme y le dije a Belisario, quien contactó a Noriega. Así fue que supimos que se habían matado. Sin embargo, Bateman ya había dado la orden de seguir adelante con el proceso de paz.

C. P.: ¿Y con esos avances, habiendo el Congreso aprobado ya la ley de amnistía, por qué renuncia a ser el presidente de la Comisión de Paz?

O. M. B.: Por los enemigos de la paz. Con la paz se mete todo el mundo, gente insignificante y gente importante. Yo tenía la sensación de que tenía que hacerse un proceso completo, global, pero había personas que querían parcelarlo y así no se podía manejar ese proceso. Me reemplazó John Agudelo Ríos que era partidario de la parcelación en cositas, a la cual yo me oponía.

C. P.: Ese proceso al final terminó exitosamente con el M-19 pero no con las Farc y el ELN, que siguen pendientes. ¿Cómo ve la posibilidad de reconciliación ahora?

O. M. B.: Si se llega a la paz, la gente va a entender cuál es su deber y los colombianos tendrán una buena conducta, porque hay una fatiga y la gente no ve que la solución sea la guerrilla. Antes había gente que creía que la guerrilla era una solución de los problemas sociales, hoy la gente ya no lo cree.

C. P.: Pero justamente por eso, en este proceso hay menos ambiente para que la gente acepte algo que se parezca a una amnistía…

O. M. B.: Tienen que buscar alguna fórmula. La amnistía no es más que dar un perdón para que quien ha delinquido se someta a las reglas. Lo único que es un hecho es que nadie firma un documento para que se lo lleven a la cárcel. Nadie, eso es imposible Claudia, eso es imposible.

C. P.: Eso no lo entiende el colombiano que ve en la guerrilla secuestradores, violadores, reclutadores de menores de edad y narcotraficantes…

O. M. B.: No, la gente entiende, la gente colombiana es muy inteligente.

C. P.: Lo que yo entiendo que entiende la mitad del país es que si se firma la paz este país se va a volver ‘castrochavista’…

O. M. B.: Los jefes políticos, con autoridad, tradición y conocimiento, deben explicarle a la gente las ventajas que trae firmar la paz. En Colombia todos los exguerrilleros que han salido a hacer política lo han hecho bien, se han acomodado a las normas democráticas. No se les ha entregado el control político sino la posibilidad de que consigan los votos, no han llegado a mandar por el solo hecho de haber sido guerrilleros.

C. P.: ¿Usted le cree a la guerrilla?

O. M. B.: Sí, ellos han cumplido excepto cuando los grandes políticos los han abandonado o cuando se les ha incumplido en el proceso de ayudarlos.

C. P.: ¿Pero en el Caguán cumplieron? Eso se volvió un sitio para llevar secuestrados…

O. M. B.: Recuerde que antes tenían hasta oficina en Suecia, con periódico para informar a toda Europa. La historia ha sido injusta con Pastrana. Nadie le ha reconocido que por cuenta del Caguán los países extranjeros aceptaron por primera vez que había terrorismo en Colombia; se acabó el manejo de dinero de la guerrilla y del narcotráfico en los bancos extranjeros y se acabó la influencia de los guerrilleros en Europa.

C. P.: ¿Fue un error de Pastrana acabar el proceso cuando secuestraron a Géchem haciendo aterrizar el avión en una carretera?

O. M. B.: No, yo creo que no, porque fue una demostración de violencia superior, eso de secuestrar un avión es como complicado, hay momentos en que uno como gobierno tiene que tomar medidas que a veces son impopulares.

C. P.: ¿Y este actual proceso sí va a terminar en la firma de la paz?

O. M. B.: Yo creo que este sí va a terminar en la firma de paz, creo que hay muy buenas perspectivas y creo que se está creando un ambiente en el pueblo bastante favorable.

MI ÚNICO ENCUENTRO CON CARLOS CASTAÑO

Nota: esta breve crónica de mi encuentro con Carlos Castaño la escribí pensando en comenzar mi idea de se escritor y cronista del conflicto....