lunes, 6 de octubre de 2014

NI TAN POBRE BOGOTÁ (AJGF)

Comentario sobre la reciente columna de Marta Ruiz en la sección de opinión de la Revista Semana (Semana.com ) del domingo 6 de octubre de 2014.

                       NI TAN POBRE BOGOTÁ.

Vivo en Medellin y por razones de trabajo paso en promedio seis días por mes en Bogotá. Me muevo por todos lados, hablo con mucha gente. Francamente, hay grandes diferencias, pero en el fondo Medellin y Bogotá son solo dos Urbes con los problemas de cualquier conglomerado humano a nivel mundial.

Claro que hay trancones, que tambien los hay y peores en Medellín, en Ciudad de Panamá, en Santo Domingo, en Caracas, en Washington, en Nueva York, por que me ha tocado sufrirlos y no son menos eternos y desesperantes que los de Bogotá. Igual ocurre con el transporte publico, o si no, trate de subirse al metro de Nueva York o de Caracas an una hora pico. Inseguridad, ni se diga, Bandas delincuenciales, iguales o peores, y en eso si que le ganamos en Medellin a todas las otras.

Ahora, sitios turísticos, museos, inmensa diversidad de actividades culturales, arte de todas clases y para todos los gustos y bolsillos, en fin.  Los reales sitios de interés turísticos están excelentemente administrados, mantenidos, preservados y documentados, y son incontables en Bogotá, pero los bogotanos ni los conocen. 

En Medellin el turismo cultural es muy limitado a dos o tres teatros de limitada cartelera,  dos museos de arte y alguna casa de interés histórico, y del resto son las cacareadas y laureadas innovaciones, muchas de las cuales se caen a a pedazos como el Space o la biblioteca España. 

También tenemos huecos, los trancones son monumentales y hay bandas delincuenciales por doquier seguramente dirigidas por noveles empresarios del crimen, retoños de la tantas veces acabada "oficina" que no es problema de envigado sino de todo el país. Tantos problemas sociales, drogadicción, hambre y miseria como los hay en Bogotá y en otras capitales del mundo.

Lo que hace la diferencia, es que  tenemos en Medellin y en Antioquia una clase dirigente y unos medios de comunicación aliados y asociados alrededor de la alcaldía y la gobernación. Totalmente $olidaria, (con signo de pesos; $ no es un error) dedicados a ensalzar los logros y a minimizar (y hasta ocultar) los problemas locales, produciendo una imagen de oasis grandioso y féliz donde los problemas ciudadanos están resueltos en un "océano de mermelada sagrada, en una eternidad de aburrición" como diría el maestro Estanislao Zuleta.

Y son tan pretenciosos, que cuando excepcionalmente bajan los indices de homicidios, (por que los matones se levantaron tarde, o no quisieron salir a matar ese día, o se pusieron de acuerdo con otros para no matar ese día o simplemente para rebajar el indice y no llamar atención a nivel nacional y así convenientemente y $$$olidariamente ayudarle a las administraciones para que no se molesten en perseguirlos) salen sin ningún pudor a cacarear y a trinar diciendo: “este mes salvamos tantas vidas”.

En Bogotá ocurre lo mismo, pero en sentido contrario. La clase dirigente está aliada también con los mas grandes medios de comunicación del país, pero para maximizar los problemas, ponerlos no solo en evidencia y denunciarlos, -lo que hasta ahí me parecería muy bien-, sino que lo hacen con dolo y saña para estratégicamente generar incertidumbre y zozobra en la población a la que solo le llega el mensaje redundante de ir marchando hacia la gran debacle, hacia la Hecatombe, como podría decir alguno de ellos. 

Expertos en propaganda gris, (o negra) no ponen casi nada fuera de contexto, pero si habilidosamente refuerzan la percepción negativa del contexto, creando el muy sombrío y angustioso panorama. Todo reforzado por comentaristas mercenarios pagados y Hackers expertos en campañas mediáticas de pesimismo y hasta de odio.

La Bogotá humana que yo percibo hoy después de mis reiteradas y frecuentes visitas desde hace mas de 30 años, que me han permitido hacerme una imagen distinta seguramente, subjetiva como la que más pero no quiero dejar pasar esta oportunidad de comentar que es distinta y mejor que la que antes percibía. 

Es más humana, es más cercana a la gente, es más incluyente, es más solidaria. Lo que pasa es que esa ciudad tiene una altísima concentración de la clase dirigente y política de Colombia, por ser el centro del poder y todos son de aquellos que siempre verán el vaso medio vacío. 

He dicho siempre que la paz de Colombia pasa necesariamente por la paz de Bogotá, y eso lo saben, con certeza, todos los que no solo quieren que al equipo del alcalde le vaya mal, sino que se mantenga la inconformidad permanente y el rechazo a un proyecto de ciudad por el simple hecho de ser de izquierda. 

El ataque psicológico, el matoneo permanente y sistemático a la alcaldía y los funcionarios de la Bogotá Humana es un ataque no solo a la ciudadanía que la habita, sino también a la búsqueda de la paz y la reconciliación en Colombia.

/ANTONIO J. GARCÍA FERNÁNDEZ

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