jueves, 11 de julio de 2013

INNOVACIÓN SOCIAL (AJGF)

Entrar en la discusión de si Colombia es un país urbano o un país rural no tiene mucho sentido, aparte de la trascendencia del conflicto en una u otra concepción de  país. 

Es claro que el conflicto armado colombiano es un conflicto rural y ligado a temas agrarios no resueltos, básicamente la concentración de la propiedad de la tierra y el uso de la misma.  Es un conflicto armado que se gestó durante siglos en el campo colombiano y que los momentos de escalamiento que ha tenido ha generado la gran concertación urbana y los cordones de miseria, con población que busca refugio y supervivencia alrededor de los que antes eran plácidos pueblos y pequeñas ciudades, y hoy se han convertido en  gigantescos núcleos humanos.

La geografía en los mapas es muy distinta a la geografía del acomodamiento humano, y simplemente mirar un mapa generaría la sensación de la inmensidad rural, pero observar la densidad poblacional nos daría otra percepción muy distinta; la de el país  intensamente urbano.  Es la consecuencia “lógica” del desplazamiento forzado durante siglos y que se exacerbó con el escalamiento del conflicto.

Sin embargo seguimos tratando de avanzar en solucionar el conflicto armado rural de gran connotación agraria, lo que es deseable desde cualquier punto de vista, pero…. ¿Será suficiente desactivarlo para lograr la anhelada paz?

Debemos considerar entonces que si bien el logro de un acuerdo para el fin del conflicto con las guerrillas será un aporte importante, urgente y absolutamente necesario a la superación de esta gran tragedia humanitaria que viven millones de colombianos en el día a día,  sus efectos no serán sentidos en las grandes concentraciones urbanas, y nos atrevemos a plantear algunas razones.

En primer lugar, no se han desactivado las causas del conflicto y la cuestión agraria, que aparenta solucionarse es  solo una de ellas. Y a continuación pudieran mencionarse la pobreza, la exclusión social, la inequidad en el ingreso, la falta de acceso a una justicia ágil, eficiente y “justa”, (valga la necesaria redundancia), la inaccesibilidad una salud integral para la mayoría, la falta de acceso a la educación, el desempleo y la falta de oportunidades, cientos de clases de “violencia” no tratada, la incapacidad del estado para proveer garantías de respeto a la vida y la integridad física, la inseguridad desbordada  y un largo etcétera.

Todo este largo cúmulo de problemas sociales se viven cada día en las calles de cada una de nuestras poblaciones. En los barrios, en las comunas, en el día a día millones de personas tienen que sobrevivir en medio de los cientos de problemas que producen esas causas maléficas.

¿es un panorama desolador?  Puede serlo….. pero no deja de ser una oportunidad para la creatividad y la innovación, temas que resultan prácticamente dejados a la acción del estado, a la buena voluntad de la cooperación internacional  y a la iniciativa privada, pero que cada vez mas se convierten un gran reto para las organizaciones sociales.

La iniciativa y la innovación social es responsabilidad del sector social.  Muy particularmente  la reconciliación nacional tiene que salir de expresión de esa voluntad de acercamiento entre víctimas y victimarios y la adopción de una actitud  colectiva resiliente.   Ni el estado, ni la comunidad internacional están en capacidad de proveer reconciliación, y la prueba de ello fue la temprana desaparición de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación CNRR, que fue la primera víctima de la ley de víctimas.


Hoy todos esperamos  el fin del conflicto armado y el logro de la reconciliación, pero muy pocos están haciendo verdaderamente algo por conseguirla.  Solo mediante la verdadera innovación, mediante el desarrollo de soluciones efectivas y creativas en materia social se podrá por fin superar el conflicto a todo nivel, en el urbano y en el rural con una solución integral que verdaderamente se asemeje a lo que todos idealizamos como la paz. 

/ANTONIO J. GARCÍA FERNÁNDEZ  

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MI ÚNICO ENCUENTRO CON CARLOS CASTAÑO

Nota: esta breve crónica de mi encuentro con Carlos Castaño la escribí pensando en comenzar mi idea de se escritor y cronista del conflicto....