Menudo lío se armó con una foto que seguramente en forma desprevenida tomó un periodista, en un asado, que se le hizo por parte de algunas personas como despedida a la investigadora Claudia López, quien se ausenta del país por razones académicas. No ocurrió nada raro, no se hizo en medio de dicha fiesta un escándalo, ni otra esas situaciones escabrosas a la que no nos acostumbraremos nunca, y que ocurren en casi toda reunión por cuenta de los borrachos y los malos tragos de algunos colombianos.
No sabemos si finalmente en dicha fiesta se atropelló a alguien, se maltrató de palabra o de obra alguna persona, si se le pegó alguna dama una golpiza; parece que nó. Todo parece indicar más bien que era una reunión, por lo que se deduce de las fotos y de los comentarios de la publicación, un tanto "zanahoria".
No sabemos si finalmente en dicha fiesta se atropelló a alguien, se maltrató de palabra o de obra alguna persona, si se le pegó alguna dama una golpiza; parece que nó. Todo parece indicar más bien que era una reunión, por lo que se deduce de las fotos y de los comentarios de la publicación, un tanto "zanahoria".
Pero algunos pretendidos formadores de opinión observan otra cosa. La ven como un aquelarre, una fiesta de diablos con brujas, algo horrible que nunca debió haber sucedido. Y peor aún deducen y concluyen complots, conspiraciones y componendas que de pronto no caben finalmente si no en algunas mentes retorcidas, de esas que ven cosas donde lo suceden, como en la mente algún marido aquejado de una crisis de celos enfermizos.
La verdad, a mí la tal fiesta me genera un sentimiento bastante particular, también un poco retorcido y pecaminoso, cual es el de la envidia.
A mí me hubiera gustado salir en esa foto. A mí me hubiera gustado estar en esa fiesta, poder hablar con León Valencia, para que me cuente su experiencia de vida, su decidido paso a la civilidad y como ha enfrentado el estigma de ser excombatiente; poder hablar con Claudia López, a quien aprovecharía esa oportunidad y le pediría que me enseñara sobre sus proyectos investigativos, que fue lo que no pudo decir en sus escritos, compartir humildemente mis conceptos jurídicos con él doctor Iván Velázquez, escuchar los juiciosos conceptos sobre el conflicto colombiano de la bella Natalia Springer, y poder dialogar tantas cosas que quisiera dialogar con el doctor Iván Cepeda, para conocer más esa lucha dramática y solitaria que ha enfrentado y que los colombianos debemos acompañar solidariamente.
Pero no, lastimosamente mis alcances sociales no califican para haber sido parte de esa fiesta, plena de notables intelectuales, y bueno, tampoco tengo el honor de contar a estas personas entre mis amigos. A duras penas a algunos de ellos los conozco en el plano profesional, y a todos ellos los admiro por lo que representan cada uno en sus distintos campos, y por tanto tengo que confesar que la muy famosa fiesta la miro con envidia, si, pero un envidia sana: a mí sí me hubiera gustado estar ahí, por mi egoísmo, no para despedir a nadie, sino para compartir con estas y otras personas la admiración que me genera el liderazgo y la intelectualidad.
A otros les parece que la carne del asado fueron ellos, se sienten ardidos, se sienten agredidos, ofendidos en su moral tan bien establecida, fundada y forjada en odio y resentimiento. Consideran su honor mancillado, y su "patriotismo" errado afectado en lo más profundo.
Y claro tenía que suceder; Pelaron el cobre, dejaron traslucir su espíritu un tanto fascista, intolerante y asumieron una actitud que pudiera considerarse energúmena, sin tener un motivo fundado para ello.
Una o dos fotos, publicadas en un medio de comunicación, tomadas a la luz pública, y por sus actores posadas sin ninguna prevención, generan un show mediático en el cual queda en evidencia que sus promotores las utilizan rodeándolas de veneno, sacándolas del contexto, queriendo hacer un festín de chisme, donde seguramente no lo hallarán.
Y claro tenía que suceder; Pelaron el cobre, dejaron traslucir su espíritu un tanto fascista, intolerante y asumieron una actitud que pudiera considerarse energúmena, sin tener un motivo fundado para ello.
Una o dos fotos, publicadas en un medio de comunicación, tomadas a la luz pública, y por sus actores posadas sin ninguna prevención, generan un show mediático en el cual queda en evidencia que sus promotores las utilizan rodeándolas de veneno, sacándolas del contexto, queriendo hacer un festín de chisme, donde seguramente no lo hallarán.
Si querían hacer quedar mal a las personas de la foto, más mal están quedando ellos, evidenciándose, destilando odio, resentimiento y rencor. Muestran en sí mismos, justo lo que quieren atribuirles a las personas de la foto.
O tal vez lo que están manifestando realmente son sus temores por lo que viene caminando o lo que sienten que quizás les viene pierna arriba, si de pronto les toca explicar de una u otra manera, cuál ha sido su participación en el conflicto colombiano.
1 comentario:
Muy bien!!
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