jueves, 3 de marzo de 2011

¿LOS PUEBLOS TIENEN EL GOBIERNO QUE SE MERECEN?



Si algo nos dejo a los colombianos la "seguridad democrática" es una extraordinaria habilidad para tragar entero todo lo que nos presenta la propaganda oficial. Esa habilidad no es nueva, la traemos de antes, la hemos cultivado durante siglos, pero la perfeccionamos en los últimos años.

Seguimos aferrados al informe de popularidad del presidente, que ahora nos deja la "satisfacción" de que es muy similar al que sigue teniendo el ex presidente Uribe.  Increíble: ni con wikleaks  mostrándonos la evidencia, ni con los escandalosos signos de evidencias de corrupción y de manejo amañado de los temas de justicia y paz a favor del régimen, ni con el "milagro" de la transformación de narcos reconocidos guerreros antisubversivos,  ni con la verdad saliendo a borbotones en las audiencias de versión libre, ni con la evidencia de los seguimientos ilegales a magistrados, juristas, políticos de oposición y periodistas por parte del Das, ni con la reelección presidencial lograda en forma indigna, ni con los falsos positivos, ni con la permisividad que las rodeó y cultivó para después llegar a la  apurada intervención de las pirámides,  ni con falsas desmovilizaciones que ya son hechos notorios, ni con la muestra de pomposos abogados corrompiendo testigos  y orientando los testimonios a favor de oscuros intereses; con nada de esto la conciencia se conmueve y  el pueblo sigue enamorado del gobierno de un personaje, que a pesar de ciertas refinadas costumbres  montañeras, fue más fraudulento y dictatorial que Fujimori, que Chávez, que Mubarak o que Gadafi. 

Hasta donde sabemos, la primera elección del Dr. Uribe fue apegada a los cánones democráticos. Pero el segundo periodo, lamentablemente fue una burla a la democracia no solo por la forma en que se  modificó la constitución en forma apresurada para permitir la  reelección, sino también por todo lo que ocurrió durante ese tiempo. Pero a  pesar de todo "el articulito" continúa pegado a nuestra respetable Constitución Nacional. Hay que derogarlo, hay que eliminarlo del texto constitucional porque es una vergüenza.  Si Colombia opta por la reelección presidencial, que sea porque así lo resolvió democráticamente actuando como poder constituyente.

Afortunadamente el actual presidente ya da muestras de no estar interesado en reelección y así lo ha manifestado, pero le falto agregar la consabida frase de "a menos que ocurra una Hecatombe".

Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Una frase de cajón, que resume en cierta forma, un tanto cruel, al menos para Colombia, nuestra larga tradición democrática.  Egipto y los países árabes, fundamentalistas a morir, están enseñándonos  que ahora la frase cambió, ya no es una afirmación; es una pregunta y es: ¿los pueblos tienen los gobiernos que se merecen?

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¡Ojo¡ No solo hay que solucionar el tema de tierras y los problemas de las víctimas y de los miles de desplazados a los que el estado se sigue oponiendo sistemáticamente a reconocer.  Hay que mirar con lupa las gestiones de los dos periodos presidenciales anteriores de los ministerios de minas y de agricultura, desarrollo y vivienda y ambiente, y por parte de los entes de control  hacerles un seguimiento muy de cerca en el actual gobierno,  pues no solo es el tema de la tenencia de la tierra el que debe preocupar a los colombianos, sino el del subsuelo,  el agua,  el aire y la forma como se va a desarrollar el "boom" minero que se gestó en esos periodos en los que se parceló al país y concedió licencias mineras  extensísimas a las grandes multinacionales  que ahora llegan a extraer los recursos minerales aliadas con nuestras transnacionales criollas.

No es sino mirar el mapa,  sobreponiendo las grandes concesiones mineras con las zonas donde ahora se concentra el conflicto y se verá no solo el por qué de el resurgimiento de la guerrilla en esas áreas, sino también el por qué de la permanencia de las famosas "bacrim", que ahora se conciertan con la guerrilla, para servir a intereses que siempre son ajenos a los intereses del pueblo colombiano.   

Miles, cientos de miles de familias colombianas obtienen su precario sustento  de la Pequeña,  o mejor  Micro Minería. Causan un daño pavoroso al medio ambiente en muchos casos, y en todos los casos arriesgan la vida para obtener su sustento. ¿por que no los controlan, los capacitan, buscan mejorar su actividad para que obtengan su sustento en forma sostenible, tanto económica como ambientalmente?  Por que ahora  lo que se percibe es una persecusión,  al pequeño minero lo volvieron no solo un delincuente ambiental sino un instrumento de financiación de grupos ilegales.  y por eso hay que cerrarle la mina Y/O meterlo a la carcel.

Ojalá que esta persecusión no sea la avanzada para el aposentamiento de la gran mineria y que los funcionarios que la ejercen no esten atacando sin otras razones a familias  Colombianas que pasan a ser parte del "lumpen proletariado" sin posibilidades de supervivencia.

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Nota: esta breve crónica de mi encuentro con Carlos Castaño la escribí pensando en comenzar mi idea de se escritor y cronista del conflicto....