lunes, 7 de abril de 2014

LA RECONCILIACIÓN, DESDE EL OTRO LADO. (AJGF)

N del E. transcripción de la ponencia presentada por el autor en el foro  “Verdad, perdón y reconciliación, un camino hacia la paz en Colombia"  llevado a cabo los días 1 y 2 de abril de 2014 en Bogotá, Organizado por el Vicepresidente de la República de Colombia, Dr. Angelino Garzón.                                

LA RECONCILIACIÓN DESDE EL OTRO LADO  

Agradezco la oportunidad que se me da de comparecer a este importante foro por parte de la vicepresidencia de la República de Colombia, la cual concurro para brindar mi testimonio para la reconciliación. Este testimonio yo diría que es “desde el otro lado”  y lo considero así, “Desde el otro lado”,  puesto a pesar de que de algún modo pudiera considerarse me una víctima del conflicto armado colombiano,   la vida me ha brindado la posibilidad de ser testigo directo  de lo que llamaré en esta breve charla “del otro lado”, o sea aquellas personas que fueron parte activa de las autodefensas y que por muchas circunstancias de la vida he tenido oportunidad de conocer:  en primer lugar, como hermano mayor de una de las personas que participaron en la fundación y en la expansión de las autodefensas en Colombia, y en segundo lugar como abogado de los postulados del bloque Elmer Cárdenas de autodefensas campesinas, que operó en la región de Urabá y chocó.
Esos hombres y mujeres, muchos de ellos se enfrentaban a muerte en las selvas,  algunos de los que sobrevivieron tuve la oportunidad de conocerlos, y acompañarlos como abogado a muchos de ellos en el proceso de justicia y paz; por ello hoy puedo ofrecer mi testimonio de reconciliación como dije al inicio, desde el otro lado, por el conocimiento que tengo de los victimarios desmovilizados que hoy se encuentran en el proceso de justicia transicional, que dan sus versiones libres y ayudan a reconstituir la verdad histórica mientras se les aplica la justicia.

A muchos los acompañe como abogado en el momento de su desmovilización, de su dejación de armas y por eso se de primera mano sobre sus esfuerzos de reconciliación.

Fui parte del equipo de abogados que acompañó a la oficina del alto Comisionado para la paz y a la Fiscalía General de la nación en el proceso de desmovilización del bloque Elmer Cárdenas. Pero no sólo eso sino que dentro de ese proceso de movilización se me encargó la constitución de una entidad que permitiera realizar proyectos productivos que le dieran cabida y salida a toda esa mano de obra de la guerra que se debería volver productiva para la paz. Tal medida los acompañe en la constitución de la cooperativa de trabajo asociado Construpaz, que fue concebida y creada por ellos como un esfuerzo colectivo, mediante el ahorro de una muy buena parte de la ayuda humanitaria que por la desmovilización les concedió el gobierno nacional. 

No solamente constituyeron la cooperativa sino que realizaron el primer esfuerzo de reparación voluntaria que se planteó por parte de los desmovilizados en este proceso, y que creo que aún continúa siendo sino el único, el más representativo. Dentro de los estatutos de la cooperativa quedó establecido que el 10% de los excedentes cooperativos que se realizará cada año, estarían exclusivamente destinados a la constitución de un fondo de reparación para las víctimas del conflicto armado en Urabá, que será entregado anualmente para ser administrado por la Comisión Nacional de Reconciliación y Reparación.

Los proyectos productivos de Construpaz aún subsisten, con muchísimas dificultades pero seguramente hoy son de los muy pocos proyectos productivos de desmovilizados de las autodefensas que subsisten en este momento, porque prácticamente todos han desaparecido.

La razón de haberse logrado consolidar estos proyectos fue por el ahorro de la ayuda humanitaria, que si bien durante el tiempo muchos desmovilizados integrantes de Construpaz se fueron retirando, y con ello retirando también sus ahorros y por tanto descapitalizando la cooperativa, ese pequeño capital de trabajo de los que aún persisten, cerca del 15% del número de asociados iniciales, hoy los proyectos subsisten, próximos a volverse en realidades productivas que generarán excedentes, que permitirán no sólo atender las necesidades de los asociados, sino también nutrir ese fondo para la reparación de los daños realizados durante su actuar en el conflicto armado, cuando hacían parte del grupo.

Pero mi testimonio no termina aquí, puedo referirme, también aunque muy someramente e intentando no ir más allá de los límites que me impone la reserva procesal y la ética profesional, respecto a la labor que ha desarrollado este grupo desmovilizados, integrados por Freddy Rendón Herrera, y los desmovilizados del bloque Elmer Cárdenas postulados al proceso de justicia y paz, en materia de su aporte a la reconstrucción de la verdad histórica dentro del conflicto armado colombiano, en lo que ellos participaron.

Se ha reconocido por distintas entidades que en la parte del país donde más se ha esclarecido el actuar de las autodefensas, es en lo relacionado con el conflicto en Urabá, puesto que quienes fueron allí comandantes, particularmente de los desmovilizados bloques Elmer Cárdenas y Bananero, han sido particularmente extensivos en el desatamiento de la verdad y concretamente en  la parte relacionada  de los fenómenos denominados “la para política” y “la para economía”. Han contado la verdad que conocían, aun a riesgo de  represiones por parte de los afectados, que en muchos casos hacen sentir su poder represor de hecho en contra de las familiares, o catalogandolos con el estigma siniestro del “Falso Testigo”.
También soy testigo de la forma como manejó el gobierno nacional todo el proceso de desmovilización, no sólo del bloque Elmer Cárdenas sino de todas las autodefensas en general, y estado al tanto como abogado del trasegar de estas personas desmovilizadas desde que llegaron a la cárcel, en el caso de la mayoría de los postulados por el bloque Elmer Cárdenas en una forma voluntaria, por sus propios medios en algunas casos y en otros casos acompañados por la OEA, la fiscalía, y sus abogados quienes los recogíamos en sitios previamente establecidos y los llevábamos a la cárcel, en ese entonces a la colonia penal de Urra o a la reclusión de Itagüí. 

Valga decir que dichas personas en su mayoría no las conocía la justicia, sólo a partir de su desmovilización se pudo establecer su pertenencia al grupo, no tenían órdenes de captura, no tenían procesos penales cursando, y se tuvo que hacer uso del ingenio jurídico para poder lograr que estas personas permanecieran en la cárcel, sin órdenes de captura vigentes.

Se “metieron” solos a la cárcel a contar la verdad, en un momento en que no había claridad, como todavía no la hay, respecto a las bondades que les pudiera otorgar la justicia transicional, en contraprestación por su desmovilización, sometimiento voluntario a la justicia y su participación en el la reconstrucción de la verdad y su aporte a la reparación.  Bien pudieron quedarse en sus regiones, en sus negocios o en las desafortunadas bandas emergentes, pero no, ellos fueron a la cárcel a dar la cara por sus acciones, a responder por ellas, a contar la verdad y a reparar los daños en la medida de sus capacidades.

Pude observar también, las consecuencias de contar la verdad; como desde que comenzaron las versiones libres se desató una serie de retaliaciones contra desmovilizados y sus familias, que quienes estamos vinculados entonces a los procesos jurídicos observábamos y denunciábamos como un verdadero genocidio, dirigido a ocultar la verdad y a lograr la impunidad.   

Observábamos cómo se construían falsos positivos, como se revelaban y se descontextualizaban medio de pruebas con el fin de hacer ver como si se estuviera continuando con la delincuencia desde la cárcel, y lograr lo que finalmente se logró, mediante la extradición de muchos de los comandantes a los Estados Unidos, logrando de tal forma una estilizada “desaparición forzada” que ha dado necesariamente como consecuencia que la verdad no se sepa. Que la impunidad sea posible.

Y no ha sido por la falta voluntad de quienes hoy están en los escenarios judiciales contando la verdad que conocieron, sino porque quienes realmente son los máximos responsables, quienes planearon, dirigieron y se beneficiaron del escalamiento paramilitar del conflicto en Colombia, continuarán en la sombra, permanecerán impunes sus delitos, y de esa forma es imposible garantizar la no repetición de las graves violaciones de los derechos humanos y los delitos de guerra ocurridos en Colombia durante y con la ocasión del conflicto armado que hoy oramos para que cese.

Todos los días veo esfuerzos de reconciliación “del otro lado”, sinceras  peticiones de perdón, reconstrucción de la verdad, y otra gran cantidad esfuerzos de los desmovilizados en todo el país. 

Resaltó el esfuerzo de Construpaz, resaltó el esfuerzo de “Reconciliémonos Colombia”, resaltó el esfuerzo de fundación Aulas de Paz,  desde luego resaltó el esfuerzo de fundación Pro Resiliencia, todas integradas por personas que se esfuerzan por dejar atrás los estigmas y convertirse con su esfuerzo diario en excelentes colombianos.

La invitación desde nuestra Fundación Pro Resiliencia es a cambiar el paradigma de la víctima y del desmovilizado para que se unan por un enfoque resiliente.  Queremos que se haga realidad en la sociedad nuestro slogan: “NO ME IMPORTA QUIEN HAS SIDO; ME INTERESA QUIEN QUIERES SER”

Estoy seguro que mi testimonio de reconciliación, de los actos de reconciliación que he presenciado “del otro lado” no serán interesantes para muchos, serán despreciables para otros, y no son creíbles para otros tantos. Pero finalmente alguien los apreciará y los valorará. Por que estos son esfuerzos que se van sumando al querer de todos los colombianos, para poder llegar a materializar una idea de paz como la que planteaba el profesor Estanislao Zuleta : “Si alguien me objetara que el reconocimiento previo de los conflictos y las diferencias, de su inevitabili­dad y su conveniencia, arriesgaría paralizar en nosotros la decisión y el entusiasmo en la lucha por una sociedad más justa, organizada y racional, yo le replicaría que para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos.  De reconocerlos y de contenerlos.  De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos.  Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz.”






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