N del E. transcripción de la ponencia presentada por el autor en el foro “Verdad, perdón y reconciliación, un camino hacia la paz en Colombia" llevado a cabo los días 1 y 2 de abril de 2014 en Bogotá, Organizado por el Vicepresidente de la República de Colombia, Dr. Angelino Garzón.
LA
RECONCILIACIÓN DESDE EL OTRO LADO
Agradezco la oportunidad que se me da de comparecer a
este importante foro por parte de la vicepresidencia de la República de
Colombia, la cual concurro para brindar mi testimonio para la reconciliación.
Este testimonio yo diría que es “desde el otro lado” y lo considero así, “Desde el otro lado”, puesto a pesar de que de algún modo pudiera
considerarse me una víctima del conflicto armado colombiano, la
vida me ha brindado la posibilidad de ser testigo directo de lo que llamaré en esta breve charla “del otro
lado”, o sea aquellas personas que fueron parte activa de las autodefensas y
que por muchas circunstancias de la vida he tenido oportunidad de conocer: en primer lugar, como hermano mayor de una de
las personas que participaron en la fundación y en la expansión de las
autodefensas en Colombia, y en segundo lugar como abogado de los postulados del
bloque Elmer Cárdenas de autodefensas campesinas, que operó en la región de
Urabá y chocó.
Esos hombres y mujeres, muchos de ellos se enfrentaban a muerte en
las selvas, algunos de los que
sobrevivieron tuve la oportunidad de conocerlos, y acompañarlos como abogado a
muchos de ellos en el proceso de justicia y paz; por ello hoy puedo ofrecer mi
testimonio de reconciliación como dije al inicio, desde el otro lado, por el
conocimiento que tengo de los victimarios desmovilizados que hoy se encuentran en el proceso
de justicia transicional, que dan sus versiones libres y ayudan a reconstituir
la verdad histórica mientras se les aplica la justicia.
A muchos los acompañe como abogado en el momento de su
desmovilización, de su dejación de armas y por eso se de primera mano sobre sus
esfuerzos de reconciliación.
Fui parte del equipo de abogados que acompañó a la
oficina del alto Comisionado para la paz y a la Fiscalía General de la nación
en el proceso de desmovilización del bloque Elmer Cárdenas. Pero no sólo eso
sino que dentro de ese proceso de movilización se me encargó la constitución de
una entidad que permitiera realizar proyectos productivos que le dieran cabida
y salida a toda esa mano de obra de la guerra que se debería volver productiva
para la paz. Tal medida los acompañe en la constitución de la cooperativa de
trabajo asociado Construpaz, que fue concebida y creada por ellos como un
esfuerzo colectivo, mediante el ahorro de una muy buena parte de la ayuda
humanitaria que por la desmovilización les concedió el gobierno nacional.
No solamente constituyeron la cooperativa sino que realizaron el primer esfuerzo de reparación voluntaria que se planteó por parte
de los desmovilizados en este proceso, y que creo que aún continúa siendo sino
el único, el más representativo. Dentro de los estatutos de la cooperativa
quedó establecido que el 10% de los excedentes cooperativos que se realizará
cada año, estarían exclusivamente destinados a la constitución de un fondo de
reparación para las víctimas del conflicto armado en Urabá, que será entregado
anualmente para ser administrado por la Comisión Nacional de Reconciliación y
Reparación.
Los proyectos productivos de Construpaz aún subsisten,
con muchísimas dificultades pero seguramente hoy son de los muy pocos proyectos
productivos de desmovilizados de las autodefensas que subsisten en este
momento, porque prácticamente todos han desaparecido.
La razón de haberse logrado consolidar estos proyectos
fue por el ahorro de la ayuda humanitaria, que si bien durante el tiempo muchos
desmovilizados integrantes de Construpaz se fueron retirando, y con ello
retirando también sus ahorros y por tanto descapitalizando la cooperativa, ese
pequeño capital de trabajo de los que aún persisten, cerca del 15% del número
de asociados iniciales, hoy los proyectos subsisten, próximos a volverse en
realidades productivas que generarán excedentes, que permitirán no sólo atender
las necesidades de los asociados, sino también nutrir ese fondo para la
reparación de los daños realizados durante su actuar en el conflicto armado,
cuando hacían parte del grupo.
Pero mi testimonio no termina aquí, puedo referirme,
también aunque muy someramente e intentando no ir más allá de los límites que
me impone la reserva procesal y la ética profesional, respecto a la labor que
ha desarrollado este grupo desmovilizados, integrados por Freddy Rendón Herrera,
y los desmovilizados del bloque Elmer Cárdenas postulados al proceso de
justicia y paz, en materia de su aporte a la reconstrucción de la verdad
histórica dentro del conflicto armado colombiano, en lo que ellos participaron.
Se ha reconocido por distintas entidades que en la
parte del país donde más se ha esclarecido el actuar de las autodefensas, es en
lo relacionado con el conflicto en Urabá, puesto que quienes fueron allí
comandantes, particularmente de los desmovilizados bloques Elmer Cárdenas y Bananero,
han sido particularmente extensivos en el desatamiento de la verdad y
concretamente en la parte
relacionada de los fenómenos denominados
“la para política” y “la para economía”. Han contado la verdad que conocían,
aun a riesgo de represiones por parte de
los afectados, que en muchos casos hacen sentir su poder represor de hecho en
contra de las familiares, o catalogandolos con el estigma siniestro del “Falso
Testigo”.
También soy testigo de la forma como manejó el
gobierno nacional todo el proceso de desmovilización, no sólo del bloque Elmer
Cárdenas sino de todas las autodefensas en general, y estado al tanto como
abogado del trasegar de estas personas desmovilizadas desde que llegaron a la
cárcel, en el caso de la mayoría de los postulados por el bloque Elmer Cárdenas
en una forma voluntaria, por sus propios medios en algunas casos y en otros
casos acompañados por la OEA, la fiscalía, y sus abogados quienes los recogíamos
en sitios previamente establecidos y los llevábamos a la cárcel, en ese entonces
a la colonia penal de Urra o a la reclusión de Itagüí.
Valga decir que dichas personas en su mayoría no las
conocía la justicia, sólo a partir de su desmovilización se pudo establecer su
pertenencia al grupo, no tenían órdenes de captura, no tenían procesos penales
cursando, y se tuvo que hacer uso del ingenio jurídico para poder lograr que
estas personas permanecieran en la cárcel, sin órdenes de captura vigentes.
Se “metieron” solos a la cárcel a contar la verdad, en
un momento en que no había claridad, como todavía no la hay, respecto a las
bondades que les pudiera otorgar la justicia transicional, en contraprestación
por su desmovilización, sometimiento voluntario a la justicia y su
participación en el la reconstrucción de la verdad y su aporte a la
reparación. Bien pudieron quedarse en
sus regiones, en sus negocios o en las desafortunadas bandas emergentes, pero
no, ellos fueron a la cárcel a dar la cara por sus acciones, a responder por
ellas, a contar la verdad y a reparar los daños en la medida de sus
capacidades.
Pude observar también, las consecuencias de contar la
verdad; como desde que comenzaron las versiones libres se desató una serie de
retaliaciones contra desmovilizados y sus familias, que quienes estamos
vinculados entonces a los procesos jurídicos observábamos y denunciábamos como
un verdadero genocidio, dirigido a ocultar la verdad y a lograr la
impunidad.
Observábamos cómo se construían falsos positivos, como
se revelaban y se descontextualizaban medio de pruebas con el fin de hacer ver
como si se estuviera continuando con la delincuencia desde la cárcel, y lograr
lo que finalmente se logró, mediante la extradición de muchos de los
comandantes a los Estados Unidos, logrando de tal forma una estilizada
“desaparición forzada” que ha dado necesariamente como consecuencia que la
verdad no se sepa. Que la impunidad sea posible.
Y no ha sido por la falta voluntad de quienes hoy
están en los escenarios judiciales contando la verdad que conocieron, sino
porque quienes realmente son los máximos responsables, quienes planearon,
dirigieron y se beneficiaron del escalamiento paramilitar del conflicto en
Colombia, continuarán en la sombra, permanecerán impunes sus delitos, y de esa
forma es imposible garantizar la no repetición de las graves violaciones de los
derechos humanos y los delitos de guerra ocurridos en Colombia durante y con la
ocasión del conflicto armado que hoy oramos para que cese.
Todos los días veo esfuerzos de reconciliación “del
otro lado”, sinceras peticiones de
perdón, reconstrucción de la verdad, y otra gran cantidad esfuerzos de los
desmovilizados en todo el país.
Resaltó el esfuerzo de Construpaz, resaltó el esfuerzo
de “Reconciliémonos Colombia”, resaltó el esfuerzo de fundación Aulas de
Paz, desde luego resaltó el esfuerzo de
fundación Pro Resiliencia, todas integradas por personas que se esfuerzan por
dejar atrás los estigmas y convertirse con su esfuerzo diario en excelentes
colombianos.
La invitación desde nuestra Fundación Pro Resiliencia
es a cambiar el paradigma de la víctima y del desmovilizado para que se unan
por un enfoque resiliente. Queremos que
se haga realidad en la sociedad nuestro slogan: “NO ME IMPORTA QUIEN HAS SIDO; ME INTERESA QUIEN QUIERES SER”
Estoy seguro que mi testimonio de reconciliación, de
los actos de reconciliación que he presenciado “del otro lado” no serán interesantes para muchos, serán despreciables para otros, y no son creíbles
para otros tantos. Pero finalmente alguien los apreciará y los valorará. Por que estos son esfuerzos que se van sumando al querer de todos los colombianos, para
poder llegar a materializar una idea de paz como la que planteaba el profesor
Estanislao Zuleta : “Si alguien me
objetara que el reconocimiento previo de los conflictos y las diferencias, de
su inevitabilidad y su conveniencia, arriesgaría paralizar en nosotros la
decisión y el entusiasmo en la lucha por una sociedad más justa, organizada y
racional, yo le replicaría que para mí una sociedad mejor es una sociedad capaz
de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De
vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos.
Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el
conflicto, es un pueblo maduro para la paz.”
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