martes, 24 de noviembre de 2020

LA HUELLA INOLVIDABLE DE JAIME JARAMILLO PANESSO. TRATANDO DE ENTENDER (116)

La huella inolvidable de Jaime Jaramillo Panesso

El antioqueño, quien cargaba con el dolor del asesinato de su hijo por las Farc, posibilitaba encuentros como este entre Uribe y el guerrillero Felipe Torres.

Tomado de las2orillas.co Noviembre 24 de 2020


Por:  noviembre 24, 2020
La huella inolvidable de Jaime Jaramillo Panesso

El 8 de Octubre de 2003, Carlos Arturo Velandia Jagua, Felipe Torres para la concurrencia, firmó la diligencia de caución por $332.000.oo y los compromisos legales para disfrutar de la libertad condicional después de haber purgado 94 meses y 27 días de prisión. Torres se ha conocido como vocero del ELN en la cárcel, vocería que compartió con Francisco Galán. Al quedar libre, y con las garantías de protección que merece, la Comisión Facilitadora de Paz de Antioquia, CFP, consideró positivo que hubiese un diálogo entre el Presidente Uribe Vélez y el dirigente guerrillero, no armado. Así que el Presidente lo invitó a su despacho en Bogotá, como acto de cortesía. Pero Torres declinó la invitación por dos razones: uno, no existe interlocución oficial entre el Eln y el gobierno; y dos, una reunión en Palacio entre un guerrillero y el Jefe de Estado solo había ocurrido una vez en el pasado cuando Carlos Pizarro León-Gómez ingresó para firmar un pacto de paz, y este no era un caso similar.

Días después, 21 de noviembre, con motivo de la visita del Presidente a la capital de Antioquia, cuando en un hotel se rindió homenaje a varias personalidades y se le hizo entrega de las conclusiones de la Asamblea Constituyente regional, organizamos la entrevista confidencial, a instancias de la Comisión y aceptada por las partes, sin presencia de periodistas y donde tres personas servimos de testigos de un hecho histórico, puntual y sin más pretensiones que dos personajes colombianos, representantes de bandos contrarios, pudieran hablar sin agenda.

Torres se encontraba en el lugar acordado desde tempranas horas de la mañana y el Presidente Uribe ingresaría allí una vez en la noche terminara sus actos públicos y protocolarios. Era una habitación normal, con televisión, una cama sencilla y unas cuatro sillas. Por lo tanto no había asiento para todos los asistentes. El saludo de manos fue cordial: “Mucho gusto en conocerlo”, dijo el Presidente. “Mucho gusto en saludarlo”, dijo Felipe Torres, quien se sentó en la mejor silla, porque Uribe escogió un taburete donde duró sentado diez segundos, para luego levantarse y hablar de pies, manoseando y moviendo el taburete desde el espaldar. Nosotros, los demás presentes, uno se sentó en la cama y el resto guardamos silencio y discreción en los asientos.

Los primeros minutos fueron aplicados a los asuntos cercanos de familia, pues una cuñada de Torres trabajó en la campaña que llevó a Uribe a la Presidencia. Además, Uribe preguntó por varios familiares de Torres que se encuentran en un país centroamericano a donde llegaron hace unos años, con la ayuda de quien entonces fuera Gobernador de Antioquia y hoy Presidente. La conversación avanzó sobre un tema públicamente desconocido. Uribe contó que se había cruzado cartas con el desaparecido comandante del ELN, Manuel Pérez, en la época de debates sobre la ley 100. Después de intercambiar apreciaciones personales, preguntas y respuestas sobre estudios y lugares de común ocurrencia, con toques elementales de personas que se quieren conocer entre si, el tema obligado fue el problema de la guerra y de la paz, tema que centró el diálogo entre Uribe y Torres. Discurrió de manera descriptiva y conceptual en donde Torres le dijo al Presidente que la guerrilla lo consideraba su peor enemigo y donde Uribe le ratificó su voluntad de llegar a acuerdos con el ELN con la sola cesación de hostilidades.

Las palabras usadas por los dialogantes fueron desapasionadas y en el tono amistoso que desde sus comienzos se dio. Uribe continuaba de pies, sobando el espaldar del taburete y a veces metía su mano izquierda en el bolsillo del pantalón. Ni un tinto, ni un vaso de agua, ni una gaseosa se ofrecieron, pues el ambiente era de tanto temple respetuoso y excepcional, que a nadie se le ocurrió gastar los minutos de historia en alimentos. Ni siquiera Torres, fecundo fumador de cigarrillo rubio, encendió alguno en aquellos cuarenta y cinco minutos donde por primera vez en la historia de Colombia, un Presidente de la República se reunía con un alto dirigente del ELN. Ni un reproche de las partes, aunque se expusieron argumentos e interpretaciones. Tampoco concesiones o propuestas que no hayan sido públicas. Lo evidente es que hubo un mutuo reconocimiento. La importancia de este encuentro no será inmediata. Pero no hay duda que servirá mucho para la historia de la paz nacional.

Torres lució un vestido azul con una corbata del mismo color y rayas blancas que perteneciera a Gilberto Echeverry, zapatos lustrosos y recién estrenados. El platillo final fue el camino que Felipe quería seguir. Le contó al Presidente su decisión de salir del país y estudiar en Europa. Uribe se sorprendió un poco porque pensó que iría a Cuba. Sin compromisos, mirándose a los ojos y sonrientes, de pies todos los asistentes, vimos de nuevo a Uribe y Torres despedirse. Uribe se fue hacia la puerta de la habitación y luego regresó hacia Torres, le extendió la mano derecha y la izquierda la puso en el hombro del guerrillero. No quedaron de volverse a ver pronto. La frase más importante de Torres fue: “Presidente, yo no sé hacer otra cosa que trabajar por la paz”. Y Uribe dijo la suya: “Yo no sé hacer otra cosa que trabajar por Colombia”.

*Jaime Jaramillo Panesso falleció el pasado 22 de noviembre de 2022.



domingo, 22 de noviembre de 2020

QUISIERAMOS PERDONAR, PERO PARA ESONECESITAMOS QUE NOS DIGAN LA VERDAD. TRATANDO DE ENTENDER (114)

REFLEXIONES SOBRE LA VERDAD

“Quisiéramos perdonar, pero para eso necesitamos que nos digan la verdad”: Mafapo

Esta columna responde al deseo que expresamos hace unas semanas en nuestra cuenta de Twitter de dar nuestra opinión desde un medio de comunicación masivo. Este espacio atendió a ese llamado.

Las Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogotá son mujeres que llevan años pidiendo justicia por las ejecuciones extrajudiciales que se cometieron contra sus hijos.

Las Madres de los Falsos Positivos de Soacha y Bogotá son mujeres que llevan años pidiendo justicia por las ejecuciones extrajudiciales que se cometieron contra sus hijos. / Archivo particular

Hace algunos días nos invitaron a hacer un test para ver de qué color era nuestra verdad. Y lo hicimos. A raíz de esa gran oportunidad que nos dimos encontramos algo muy valioso. Todos tenemos una verdad y no existe una única versión para cada historia. Si intentamos reconocer las decisiones y posiciones de otros seres humanos es probable que podamos ir hacia un camino conjunto y en unión.

Sin embargo, el propósito de cualquier país que intenta hacer la paz es que existan la mayor cantidad de versiones probadas que nos permitan saber qué ocurrió y cómo fue posible tanto horror. Para la organización Mafapo –Madres de Falsos Positivos de Colombia– el caso de Álvaro Uribe Vélez es uno de los temas cruciales para la reconciliación del país. Reconocemos que somos parte importante de un proceso de sanación y perdón, pero también queremos hacer evidente que perdonar no es hacer borrón y cuenta nueva, sino que deben suceder muchos cambios de fondo en la sociedad para que podamos continuar con la esperanza de paz.

Nos preguntamos: ¿Qué debe suceder para que podamos perdonar a Álvaro Uribe Vélez? Las madres víctimas de agentes del Estado, de estos crímenes de lesa humanidad, aún seguimos teniendo pareceres distintos frente a este tema en particular. Creemos importante que reconozca que se equivocó cuando en medios de comunicación sugirió que nuestros hijos no estaban precisamente recogiendo café. Sus aliados políticos han tomado esa frase y cada día que les es posible han revictimizado a nuestros hijos. Es importante que se arrepientan por esto.

Es cruel pensar que él y sus seguidores han sido causantes de un duelo imposible de sanar. Constantemente somos sometidas al escrutinio público y nuestros hijos puestos en discursos llenos de odio que niegan lo que aquí ocurrió. Nosotras somos mujeres anónimas que fuimos obligadas a salir de nuestros hogares y volcarnos a las calles y a juicios interminables por defender el nombre de nuestros seres amados. Es cruel que, en vez de escuchar de su voz una rectificación a la frase lapidante de “no estaban precisamente recogiendo café”, tuviéramos que escuchar por años declaraciones que han sepultado una y mil veces nuestras esperanzas de verdad. A nuestros hijos los siguen considerando buenos muertos, y siguen justificando su desaparición en un país donde ser pobre es un delito.

Manifestación de las Madres de los Falsos Positivos.
Manifestación de las Madres de los Falsos Positivos. / Archivo particular

Mueren, luego existen. Hace algunos años éramos invisibles para la gran mayoría de colombianos. Hoy somos para un sector de la población unas viejas lloronas que siguen peleando por unos hijos que valen menos, y que formaron parte de lo que llamaron en su momento una “limpieza social”. Eso ha sido causado, en parte, por un sector político que cree que solo queremos dañar el nombre de las Fuerzas Militares. Pero jamás se han preguntado por el dolor que llevamos encima. Muchas de nosotras somos fantasmas, estamos muertas en vida desde que cometieron ese horror contra nuestros hijos. Eso sí, ni muertas dejaremos de gritar y clamar justicia.

Sin embargo, la organización, como mujeres lideresas en su mayoría, cree en el propósito de paz, y creemos que ese propósito empieza por la verdad plena. Le pedimos a Álvaro Uribe que reconozca públicamente que siendo él presidente de Colombia presionó bajo la directriz de gobierno a las Fuerzas Militares para que cometieran esos crímenes conocidos en el país como “falsos positivos”.

Esperamos un arrepentimiento real en donde se evidencie su intención de reconocer que se llevó a inocentes por delante con tal de demostrarle falsamente al país que estaba ganando una guerra contra grupos al margen de la ley. Queremos que limpie el nombre de nuestros hijos y explique, con su propia voz, que pidió bajas a cambio de conceder reconocimientos como medallas, ascensos, vacaciones y dinero. Solo queremos que tenga la valentía y la honorabilidad de reconocer que su política de seguridad democrática tuvo muchos errores y que por acción u omisión se llevó a muchos inocentes por delante.

*Este texto es producto de “Reflexiones sobre la verdad”, una alianza de Colombia2020 con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. TEXTO TOMADO DE ELESPECTADOR.COM  NOV 22 2020.

MI ÚNICO ENCUENTRO CON CARLOS CASTAÑO

Nota: esta breve crónica de mi encuentro con Carlos Castaño la escribí pensando en comenzar mi idea de se escritor y cronista del conflicto....