domingo, 20 de marzo de 2016

FARC: MEDIO SIGLO DE HISTORIA GUERRILLERA. TRATANDO DE ENTENDER (53)


Farc: medio siglo de historia guerrillera 


El historiador y sociólogo Mario Aguilera, hace un análisis de los inicios de las Farc, su trasformación en el marco del conflicto armado y su situación actual. 
Por: Catalina González Navarro TOMADO DE EL ESPECTADOR.COM  20 DE MARZO DE 2016 





Mario Aguilera Peña, es abogado e historiador, magíster en Historia, y doctor en Sociología Jurídica y Estudios Sociales de América Latina. Desde hace 20 años se ha dedicado a estudiar el fenómeno de las Farc en Colombia y aunque no se había atrevido a publicar los textos producto de su investigación - para evitarse problemas- finnalmente decidió publicar dos libros respecto al tema.

Aguilera coordinó el informe "Guerrilla y población civil, Trayectoria de las Farc 1949- 2013" elaborado por el Centro de Memoria Histórica y al que Gonzalo Sánchez, Director del CNMH, define como "una trayectoria múltiple sobre su situación militar, contexto internacional, la fatiga social con la guerra y sus agrietadas relaciones con la población civil les imponen hoy compromisos más decididos con la paz, si quieren evitar, como se avizora aquí, la deriva delincuencial o un lánguido y prolongado desmoronamiento".

La historia se remonta a 1961, gobierno de Guillermo León Valencia, cuando el entonces congresista Álvaro Gómez Hurtado denunció la existencia de 16 "repúblicas independientes" que no aplicaban las leyes del Estado, entre ellas Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero, Sumapaz y la región del Ariari. La decisión del gobierno conservador fue exterminarlos por comunistas, sin importar lo que pasara. Ese fue el primer paso para la creación del Frente Sur en 1964. Dos años más tarde en 1966 se realizaría la Segunda Conferencia Nacional Guerrillera.



¿Cuál fue la importancia de la Segunda Conferencia nacional guerrillera?

La Segunda Conferencia reúne más o menos a 300 guerrilleros del Bloque Sur, y allí adoptan oficialmente el nombre Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Allí se plantea una ratificación al programa agrario de las Farc que había sido planteado meses atrás y se aprueba otro documento, “Plataforma de lucha inmediata”, es quizás el menos conocido. Donde se plantean algunas reivindicaciones concretas y que tendían a lograr por parte del Estado reparaciones a los estragos o daños causados durante la toma a las Repúblicas Independientes, concretamente a la toma de Marquetalia, lo que se planteaba en el documento era que se devolvieran las fincas y parcelas arrebatadas a los campesinos por el Ejército, se planteaba la devolución de los ganados semovientes y que se indemnizara a los huérfanos, se reconstruyeran las viviendas y se indemnizara a los campesinos fusilados o desaparecidos por acción de las tropas.

Me parece que es importante porque se está planteando al Estado de manera muy temprana una reparación, se está señalando que hubo daños por esa operación sobre Marquetalia y que los campesinos han sido afectados y que hay que indemnizarlos.


¿Qué más plantearon?

En esa Plataforma de lucha inmediata se plantean otros elementos de tipo político, que eran compartidos de alguna manera por el Partido Comunista que señalaban la necesidad de levantamiento del Estado de Sitio, la rebaja del 50% del presupuesto de guerra, la reducción del 20% de la Fuerza Pública, la expulsión de las misiones norteamericanas y los cuerpos de paz. Este documento fue parte esencial de la Asamblea. El otro elemento importante fue la aprobación del orden disciplinario.


¿Y sí se cumplió lo consignado en este documento?

Esa reparación nunca se dio. Por eso algunos investigadores han dicho que si se hubiese reparado a eso campesinos, nos habríamos ahorrado 50 años de guerra. Es posible que hubiese pasado.



¿Qué pasó en los siguientes años? 

Se realizan varias conferencias en las que se va perfilando la organización, se van haciendo ajustes muy importantes porque primero hubo un momento de crisis, más o menos de 1966 a 1968. Porque se intentó penetrar en la zona cafetera y esto no dio los resultados esperados, seguramente no era la más indicada para la penetración de un grupo guerrillero. Los campesinos tenían la posibilidad de vivir debido a los salarios en la zona. Y aunque había haciendas, estaban en condiciones diferentes.

Además que hubo un error, que lo señalan varios de los dirigentes de las Farc y es que se concentraron tropas y entones fueron fácilmente enlistadas por el Ejército, se perdieron armas y hombres. Aunque si uno mira la prensa de la época no hay muchos registros sobre ese proceso. Pero así lo indican varias de las historias internas que ha hecho la propia guerrilla. El propio Marulanda lo subraya en algunos de sus escritos.



¿Para qué sirvió la Sexta Conferencia?

Se trata de consolidar la estructura organizativa de las Farc, se plantea la creación del Estado Mayor central y el Secretariado. Que es su máximo organismo. 
Se hacen ajustes en lo organizativo, señalan cómo son los componentes o subdivisiones internas de la guerrilla, empezando por la escuadra (la unidad mínima de guerrilleros), hasta el Frente (la más grande).



¿Y la Séptima?


Es quizás la más importante en la historia de las Farc, porque se aprobó un plan de guerra. Por primera vez se plantea la toma del poder. Antes era una guerrilla que estaba en plan de confrontación regional, de autodefensa frente a los hacendados, además el Partido Comunista tenía a las Farc como una estructura militar secundaria y de tipo defensivo en caso de que se presentara un golpe militar. Entonces, esa subordinación al Partido y la división de trabajo entre el Partido Comunista y la guerrilla, hacía que el partido colocara a la guerrilla como un aparato de defensa.
Se dijo que no cobrarían más gramaje a los campesinos. Y sería exclusivamente para los comerciantes. 
Se plantea la toma del poder por la vía armada y establecen un plan que decía: formar una retaguardia nacional, ubicada en la zona del Meta, Caquetá, Guaviare, Putumayo, colocar en esas zonas el mayor número de hombres y empezar a aproximarse hacia Bogotá, concentrar las tropas en esa zona, mientras eso se hacía se pensaba en la necesidad de dispersar la atención de Ejército, regando a la guerrilla por todo el territorio nacional para desconcentrarlos y hacerles combate mientras se hacían fuertes en la zona oriental y cerca de la capital. Ese plan se pensaba hacer en ocho años, se buscaba hacer una huelga general o un proceso inserruccional en Bogotá.


¿Cuál era su objetivo?

Hacer una especie de 9 de abril, querían promoverlo con la acción de las milicias urbanas y ahí se pasaría a una ofensiva sobre la capital de la tropa rural, por un lado, y por el otro saboteando y haciendo actos de violencia contra el Estado. 
Mientras que en otras regiones, se buscaba hacer que la guerrilla llegara a otras ciudades y que también hicieran huelgas. Esa era la estrategia del plan conocido como ‘Campaña bolivariana para una nueva Colombia’ o ‘Plan estratégico’.


¿Y qué de esto sucedió?

Sucedió casi todo, ellos lo plantearon en 1982, pero ni tenían la fuerza, ni los recursos para hacerlo. En ese entonces, les dieron un espacio para hablar de paz y de política, las negociaciones con Belisario Betancurt. 
Al mismo tiempo ellos comenzaron a percibir recursos por el narcotráfico, desde finales de los 70 particularmente en territorios del tercer Frente, en el Caquetá obetenían recursos con el gramaje, que al comienzo fue para todo el mundo, para campesinos y comerciantes. Generalmente lo cobraban según la cantidad de cultivos y por el volumen de la transacción.


Y en la octava conferencia…

En 1993 se hicieron ajustes al Plan Estratégico y se señaló el rol que debían tener las compañías y los cuerpos móviles, se planteó la posibilidad de tener médicos, hacer un hospital, incrementar el número de tropas, la necesidad de conseguir más recursos. Inclusive se aprueba un anticonceptivo, porque para ese entonces estaba creciendo el número de mujeres en sus filas. También se establece la creación de los Bloques.


¿Cómo fue el proceso de consolidación?

Las Farc fueron muy sistemáticas en el plan. Cuando ellos dicen un plan lo cumplen, hacen evaluaciones, inclusive si las circunstancias lo ameritan se reúne el Estado Mayor. Cada frente debe además hacer un sub plan. 
Desde 1982 hasta muy recientemente estuvieron siempre pensando como consolidar y sumar para lograr el plan. El plan estaba saliendo a la perfección puesto que crecieron los recursos del narcotráfico e irrigaron las finanzas de la organización. Llegaron a tener 60 frentes y a unos 20 mil guerrilleros, en su momento de mayor alza en lo militar.


¿Cuál era su objetivo en 1984 cuando negociaron con el gobierno?

Le guerrilla acababa de hacer su plan de guerra, pero la vimos negociando con Belisario Betancur digamos que la guerrilla en ese momento no tenía una intención de sumarse a un proceso de paz. Sino que buscaban salir del anonimato y dar a conocer en sus planes sus planteamientos políticos, incluso lanzar un movimiento político como la UP, que hace parte de su plan político – militar.

Siempre se ha creído que la guerrilla es militar y no le hala a la política y resulta que la estrategia de todo movimiento de inspiración marxista, siempre hay guerrilla y aspiran a formar un frente político. 
No era para hacer la paz, sino para poner al unísono lo militar y lo político. La Unión Patriótica fue concebida como un elemento más para sumar en función de la guerra. En función de que tomara mayor auge la guerra. Solo que se viene presentar luego un problema y es que hay una división interna, dentro de la Unión Patriótica (UP) surgen voces que señalan que hay que romper con la guerrilla, que hay que alejarse de la vida armada y que hay que hacer un movimiento autónomo, independiente de las Farc. 
Eso se produce hacia 1989, Bernardo Jaramillo hasta último momento defendió la combinación de las formas de lucha, pero cuatro meses antes de su muerte decidió que tocaba romperlo y condenar la vida armada. Y hacer un movimiento grande políticamente importante y hacer de la UP algo distinto y no subordinado de la guerrilla.


¿Cómo fue la década de los 90?

En los 90 aprovechando la crisis del gobierno de Samper, la deslegitimación de ese gobierno fue trasfondo político para que las Farc hicieran un intento de cambiar de una guerra de guerrillas a una guerra de movimientos. Es decir que pasarían de usar pequeños grupos (20 a 54 hombres –una compañía-) para hacer ataques y luego retirarse, se trata de emboscar al Ejército, atacar en el momento de debilidad, la guerrilla generalmente en guerra de guerrillas lo que hace es darle golpes imprevistos. Pero en la guerra de movimiento ya no son pocos hombres, sino que ya se involucran de 500 a 1200, y se trata de ir en busca del Ejército, se reúnen para dar el golpe.


En 1990 es la operación a Casa Verde, ¿qué pasó ahí?

La guerrilla estaba todavía en algunas conversaciones con el gobierno. Porque el gobierno de Cesar Gaviria quería que la guerrilla participara en la Asamblea Nacional Constituyente y fue ese día en el que atacaron.

El gobierno y el Partido Comunista querían que participaran, pero las Farc aspiraban a que el movimiento guerrillero tuviera algo así como 20 curules, pero no estaban muy interesados en participar y pensaban más en la opción de la guerra. Porque ya se habían producido además un sin número de muertes y había cierta prevención de que pasara lo mismo, tenían mucha desconfianza y pensaban que ya no era posible.

Entonces, lo que se pretendía era darle un golpe al santuario de las Farc, allá estaba el secretariado. Era una forma de castigarlos y se pretendía militarmente coger a los grandes jefes.

La toma fue un desastre, la guerrilla se defendió y después salió con nuevos elementos para decir: “estábamos negociando y nos asaltaron rompiendo la confianza”. Para muchos analistas fue un error terrible haber atacado.


Después vienen las negociaciones en México y Venezuela, ¿ahí si querían negociar?

No, yo creo que ya estaban decididos a hacer la guerra. Si bien ellos habían querido hacer de la UP su movimiento político, también sentían que habían perdido gente en muchas zonas, y ese asesinato sistemático de militantes de la UP le dio un mayor respaldo a la posibilidad de la guerra como una opción. Es un argumento que asumieron. 
Una porción importante de militantes del Partido Comunista ingresaron a las Farc. Hay algunas historias de combatientes de alto perfil que en los 90 deciden irse, en mis entrevistas he conocido a varios, por ejemplo estudiantes de la Universidad que pertenecían a la JUCO, y que se fueron a la guerrilla.


En el 90 fueron las Marchas de cocaleros, ¿la guerrilla estuvo metida ahí?

Sí, en algunas de esas marchas. Yo creo que en casi todas, porque fueron en Putumayo, Caquetá, Meta. Hay una frase por ahí de un campesino que dijo que estuvo voluntariamente obligado. Gran parte de la base social de la guerrilla puede estar en los cocaleros.

Aquí ha hecho carrera la idea de que la guerrilla no tiene una base social, pero sí la tiene. Una primera fuerza social de esa guerrilla es precisamente los campesinos vinculados con el narcotráfico, a ellos se les piden hijos para la “causa” de la revolución.

Hay que tener claro que en las zonas cocaleras las Farc tienen fuerza, porque ellos amparan las posesiones de tierra de los campesinos porque de alguna manera protegen su comercio de coca y porque ellos señalan que los campesinos hay que dejarlos que cultiven la coca porque es su único recurso, dado que en esas zonas otros cultivos no tienen la rentabilidad.

Hay que tener claro que ninguna guerrilla puede durar tanto tiempo sin tener apoyos sociales. Son 50 años y es porque hay apoyo, porque hay problemas, porque hay pobreza en el campo.


¿Qué significó la toma de mitú realizada en noviembre de 1998?

Es una toma en una zona selvática, que no tiene carreteras que comuniquen con otras poblaciones, sino con pequeños caseríos. Tendía a una toma de tipo propagandístico, en el sentido que ellos pensaban tomarse Mitú y tratar de estar allí el mayor tiempo posible, y tener un impacto internacional con esa noticia. Es dirigida a mostrar que en Colombia se estaba dando un incremento inserruccional importante.


¿Qué quedó de las negociaciones del Caguán?

En el Caguán un asunto claro es que la guerrilla tampoco quería negociar, claro que el gobierno tampoco. Cada uno tenía su plan b, el a: era negociar pero ninguno de los dos quería hacerlo. Y no pueden decirle a la guerrilla que eran los falsos, porque también el Estado tenía un plan, y es que de hecho mientras se dan las negociaciones para que opere el Plan Colombia. 
Pastrana se empeña en la reorganización de los militares, llevarlos a ciudades intermedias, se crean diversos batallones a nivel nacional.

La guerrilla estaba en alza, estaba en un buen momento y yo sí soy un convencido de que para que haya un proceso de paz que la fuerza insurgente esté debilitada, que haya perdido su perspectiva de triunfo. No se puede pensar que una guerrilla que tiene la idea de triunfar, así más o menos inmediata negocie, para qué si está pensando que puede ganar la guerra.

Ahí se sentían ganando, porque le estaban dando golpes al Ejército muy fuertes. Entre 1995 y 1998 la gente se sentía en medio de una guerra.


En el momento en que los paramilitares tuvieron más auge, ¿se vio debilitada la guerrilla?

Claro que sí, los paramilitares cumplen un papel muy importante en el debilitamiento. Porque allí donde se fundaba un aparato guerrillero se coloca un aparato militar para ir sembrando el terror en esos campos e ir aniquilando a presuntos o reales simpatizantes de la guerrilla. 
Hay operaciones simuladas en las cuales los paramilitares se disfrazaban de guerrilleros para cometer sus fechorías. Esos aparatos fueron muy efectivos, unidos a los planes del Ejército. Creo que sin ellos hubiera sido más largo y difícil el debilitamiento de la guerrilla. Tuvieron un papel sangriento y muy costoso pero contribuyeron a eso.


¿Cómo han logrado sobrevivir 50 años?

Primero son muy cohesionados, están haciendo permanentemente planes y evaluaciones. Tienen unos roles que les permiten tener elementos para estar caminando sobre una misma idea.

Segundo, los recursos del narcotráfico, porque desde que esta guerrilla comienza a ser una amenaza, hacia finales de 1979. Empiezan a recibir recursos de esta actividad y aún continúa siendo una fuente principal. Ellos manejaron altas sumas de dinero que les sirvieron para renovar sus armas, para comprar nuevas, para sostener 20 mil hombres –en un momento dado- es algo muy significativo. Además para comprar fincas, para montar haciendas, para montar hospitales de campaña, todo esto implica recursos. Un aparato de estos no se sostiene con rifas, ni con empanadas bailables, se necesita mucho dinero. 
Tercero, este es un país con gran pobreza en el campo. Los pobres de Colombia están ubicados en las mismas zonas de siempre, en lugares donde puede penetrar la guerrilla, donde hay concentración de tierra, donde los campesinos no pueden sacar sus productos porque los mercados quedan muy lejos, hay problemas de comunicación que han nutrido el conflicto y súmele que llegó el TLC, y los ha golpeado.


De lo que comenzó en Marquetalia, ¿qué se mantiene?

Indiscutiblemente uno puede estar lejos de los planteamientos de la guerrilla, pero es cierto que persiste la pobreza en el campo, persisten los problemas de comunicación, persisten la falta de rentabilidad de ciertos productos, la falta de apoyo del Gobierno.
Yo creo que se ha incrementado el problema, porque la guerra en Colombia ha hecho que se concentre aún más la propiedad, que hayan más campesinos desprotegidos, ahí hay una gran paradoja, las guerrillas siempre pensaban en hacer una gran reforma agraria, en desconcentrar la tierra y resulta que la guerra misma ha generado un proceso de concentración de mayores magnitudes de cuando comenzó el conflicto. La situación del campo amerita soluciones de fondo.


¿Cómo están ahora las Farc?

No tienen un plan de guerra. Con el Plan Patriota que tuvo tres etapas, el Ejército entró a tomar posiciones de la retaguardia nacional de la guerrilla, penetró en las zonas, antes el Ejercito estaba 20 días y ahora está para quedarse, desmontó la posibilidad de que la guerrilla siguiera usando los recursos del narcotráfico, que siguiera de pronto reclutando más gente, lo limitó y los mandó a zonas marginales, por otro lado desmontó la tenaza que había sobre Bogotá, ya veían por el lado occidental, en Yacopí y la Palma habían grupos guerrilleros y por el Sumapaz.

Se estaba haciendo realidad el Plan Estratégico, y se desmonta la presión sobre Bogotá, y diversas ciudades y se disminuye el poder que tenía en Antioquia. 
El Plan Patriota contribuyó a disminuir la potencia de la guerrilla y las dejó en zonas más aparatadas y aún tienen fuerza, no han sido derrotados. Subsiste en varios lugares, es más en ciertos lugares está en recomposición, han aumentado el número de guerrilleros.

Entonces, llegó un momento en que en algunas zonas había 300 guerrilleros y quedaron reducidos a 30 o 20, pero han comenzado ahora a no tener 50. 
Han encontrado nuevos recursos provenientes de la minería ilegal, y tiene alianzas empresariales con las bacrim, se reparten zonas y dividendos, hay una alianza de tipo empresarial, entonces, digamos que la guerrilla se encuentra debilitada geográficamente pero tiene todavía cierto poder de fuego y tiene ciertas posibilidades de permanencia en algunas zonas, pese a algunos planes, el Espada de honor, y pienso que la negociación por un lado es porque las Farc están debilitadas y no tienen la perspectiva de guerra, pero por otro lado, el Estado está negociando porque una guerra irregular con recursos del narcotráfico puede prolongarse por mucho tiempo y es costosa.

El narcotráfico va a ser muy difícil de erradicarlo, pero es más fácil hacerlo con la guerrilla en un proceso de paz, que con la guerrilla en armas, porque eso lo oxigena más.


Usted, ¿cree que la guerrilla desparecerá?

Sí, sí hay un proceso de paz y si se presentan ciertas reformas, no de forma. Si les permiten hacer política, si de alguna manera les permiten penas alternativas y no cárcel. La guerrilla puede hacer la paz y puede darse un proceso de paz y si por ejemplo los amenazan que tienen que ir a la cárcel eso no termina bien. 
Los guerrilleros que quedan, que deben ser unos 7 mil, unos están desde niños en la guerrilla, entonces no saben hacer nada más, ni entienden nada más que un perdón de pronto con ciertas ventajas y también están allí los hijos de los combatientes viejos. Los que quedan son los más convencidos. 
Eso es posible con algunas reformas, con la posibilidad de que hagan tránsito a la vida política y con la posibilidad de penas alternativas.


¿A qué reformas se refiere?

Yo creo que va bien en lo conocido hasta ahora, en el primer punto en la reforma agraria, se han dado eventos importantes como prestaciones sociales para los jornaleros, para los campesinos, las reservas campesinas. Es positivo, se está hablando de la posibilidad de acceso a la tierra, posesiones.

En lo que se conoce del segundo punto, me parece bien que zonas muy golpeadas por el conflicto pueden aspirar a tener Representantes a la Cámara provenientes de organizaciones sociales, otro punto es una reforma electoral pero previa concertación con los partidos políticos, seguridad para los movimientos políticos que surjan.

Ahora vienen los puntos más complicados, supongo que hay mucho debate sobre el problema de sustitución de cultivos y la necesidad de hacer inversión en las zonas cocaleras porque allí están sus bases sociales y me imagino que quieren garantizar algunas ventajas para los campesinos.

Y viene otro debate, la comisión de esclarecimiento de la verdad, porque ellos insisten, porque dice que no son los únicos victimarios, y que también están los paramilitares y el Estado, y que ellos no quieren aparecer como los únicos.
Y esta comisión lleva mucho tiempo. 

martes, 1 de marzo de 2016

MEMORIAS DE LA PAZ CON EL EPL . TRATANDO DE ENTENDER (52)



Memorias de paz con el Epl 

Álvaro Villarraga, Jaime Fajardo, Darío Mejía, Myriam Criado y Neila Hernández, comandantes desmovilizados del Ejército Popular de Liberación, hablaron de su proceso de paz. 
Tomado de elespectador.com  marzo1 de 2016    
Por: Alfredo Molano Jimeno / Luis Eduardo Celis



Álvaro Villarraga, Jaime Fajardo, Myriam Criado, Neila Hernández y Darío Mejía pertenecieron a la comandancia del Epl, que se desmovilizó hace 25 años.


Hace 25 años, durante la primera semana de marzo de 1991, unos 2.200 combatientes del Ejército Popular de Liberación (Epl) sellaron un acuerdo de paz con el Estado y dejaron sus armas. Los fierros de la guerra fueron fundidos y se construyó una obra de arte en honor a las víctimas del conflicto armado. En aquellos tiempos, los derechos de las víctimas no era un referente internacional, aunque sí tenían figuración varios de los dirigentes que hoy buscan la paz. Por ejemplo, Rafael Pardo, actual ministro para el Posconflicto, ofició como negociador y Humberto de la Calle, vocero del Gobierno en los diálogos de La Habana, era el ministro de Gobierno. La Asamblea Constituyente era el centro de debate con las guerrillas. Un cuarto de siglo después, cinco comandantes del antiguo Epl recordaron esos días en los que se firmó la paz, para reflexionar sobre los que se vienen.

No se veían desde hace mucho tiempo, pues su reencuentro con la vida civil los condujo hacia proyectos distintos. Sin embargo, hoy coinciden en el interés por construir memoria histórica y trabajar con las comunidades. En sus rostros se advierten las huellas del paso del tiempo, pero sus recuerdos siguen intactos. Por eso, rememoran emocionados los debates internos que los acercaron a firmar la paz, sin olvidar tanto los relatos de los combates como de los días en que buscaron a Rafael Pardo para negociar. Se les quiebra la voz cuando hablan de dos de sus figuras más importantes: Óscar William Calvo y Ernesto Rojas, dos hermanos que alcanzaron la comandancia del Epl y que murieron asesinados antes de cumplir su sueño: hacer política democrática.

El Epl, como las Farc y el Eln, nació a mediados de los años 60, en los Llanos del Tigre, en el departamento de Córdoba, influenciado por las experiencias revolucionarias de Cuba, la Unión Soviética y China. Según cuenta Álvaro Villarraga, uno de sus dirigentes políticos, “el Epl surgió en diciembre de 1967, realizando una reforma agraria de hecho, creando microgobiernos con lo que llamaron las juntas patrióticas populares en diferentes regiones: el alto Sinú, el alto San Jorge y el bajo Cauca, con influjo en Urabá y el nordeste de Antioquia”. Al tiempo que este movimiento guerrillero se desarrolló militarmente, también se organizó como partido político clandestino bajo el nombre de Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Durante sus 23 años de vigencia hizo especialmente presencia en Valle, Antioquia, Córdoba y Sucre, y llegó a ser una fuerza armada más grande que el M-19.




“Entre el año 67 y el 71 hubo una confrontación bélica muy intensa con las Fuerzas Armadas. En esa etapa murieron la mayoría de los fundadores de la organización o dirigentes del partido. No obstante, a lo largo de la década de los años 70 tuvo un notorio desarrollo militar, sobre todo en los departamentos de la Costa Atlántica. El proyecto tuvo muy buena acogida en núcleos estudiantiles, en sindicatos, en campesinos y obreros rurales. Hacia el año 1980 se incrementó el accionar político y la dirigencia se concentró en consolidar un amplio frente político de izquierda. En esa época, el Epl se extendió a varias zonas del Eje Cafetero, la región del Catatumbo y el Putumayo”, explica Álvaro Villarraga, quien hoy está convertido en un auténtico historiador de los procesos de paz en Colombia, refiere que fue en esa época que comenzaron los vientos de cambio.

En el año 1984, como los demás grupos guerrilleros, el Epl negoció acuerdos de cese el fuego con el gobierno de Belisario Betancur y participó en las primeras negociaciones de lo que posteriormente fue la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. “En ese momento hicimos la propuesta de que la solución política con la insurgencia era desarrollar una Asamblea Nacional Constituyente. Los voceros fueron Óscar William Calvo y Ernesto Rojas. De hecho, ellos firmaron la tregua de 1984. Nosotros queríamos la constituyente como una opción para toda la insurgencia. Sin embargo, en aquella época no se respetó la tregua, porque la Fuerza Pública no la acogió ni se dieron las reformas exigidas”, añade Villarraga.

Entonces lo interrumpe Jaime Fajardo Landaeta, otro de los históricos dirigentes y constituyente en 1991: “Hubo sectores de los militares, los políticos o los empresarios que se opusieron siempre a la negociación y empezaron a impulsar el rompimiento. Óscar siempre decía: nosotros no vamos a romper la negociación, que lo hagan ellos. Pero se aprovechó el terrible suceso del Palacio de Justicia. A los ocho días mataron a Óscar William Calvo en Bogotá y todo se fue al traste. El rompimiento de la tregua se vino encima sin que lo previéramos. Tanto que no hicimos una retirada estratégica, como sí lo hicieron las Farc. Nosotros quedamos por fuera y nos mataron mucha gente. En 1985 asesinaron a nuestros cuadros principales. A Ernesto Rojas lo capturaron en Bogotá, lo asesinaron y fue presentado como muerto en combate. Lo más doloroso es que dijeron que lo habían matado en un combate, y lo pusieron manejando un carro con una pistola en su mano derecha. Pero él no sabía manejar y era zurdo. Con esas acciones se golpeó a lo más democrático de la insurgencia”.

Y agrega detalles a su interpretación. “El problema de la tregua fue que Belisario no sabía para dónde iba. En la comisión negociadora le planteamos qué cual era la posición del gobierno para hallarle una salida al conflicto armado y dijo que lo importante era que la gente nos conociera y se diera cuenta que no éramos ni tan malos. Nosotros dijimos que eso no era lo que veníamos a negociar. Que lo que queríamos era resolver las causas del conflicto. Y ese asunto nunca se resolvió, el Gobierno solo quería hacia comisiones que nunca terminaban en nada”.

Todos hoy coinciden en que la constituyente fue una idea nacida de los hermanos Calvo y se convirtió en la bandera del Epl. Por eso, en tiempos de Barco y Gaviria, cuando se recobraron los diálogos de paz y se abrió la opción de citar a una constituyente, la organización no dudó en reiniciar contactos de paz. “La decisión fue buscar a Rafael Pardo. Yo lo llamé y le dije que queríamos hablar con él. Así se dio la primera cita en Antioquia. La siguiente fue en Bogotá con Bernardo Gutiérrez. Éramos tres del Estado Mayor y el hombre se sorprendió. Le dijimos que era en serio, que queríamos negociar. En esa reunión llegamos a tal nivel de entendimiento que cuando íbamos a pagar la comida, Pardo lo hizo. Nosotros aceptamos, pero lo que él no sabía era que además de los tres dirigentes había un poco de gente de seguridad que también comió. Le tocó pagar un billete largo. Desde ese día la consigna fue dejar las armas a discreción de la constituyente”, resume Fajardo Landaeta.

En ese momento interviene Darío Mejía, también excomandante del Epl y constituyente en 1991, para reflexionar sobre el presente: “La génesis de la constituyente fue el debate interno analizando el momento político que se vivía. Un Estatuto de Seguridad muy fuerte. Persecución, asesinatos, torturas. Un episodio muy oscuro de la vida nacional. En ese momento Óscar William y el PCML empezamos a plateamos un diálogo nacional para sumar a la gente. También trazamos que ese diálogo nos debía conducir a una apertura democrática. Se necesitaba abrir canales de participación”.

Los recuerdos de Mejía lo traen al debate que hoy vive el país por cuenta del proceso de paz con las Farc y relata que lo que ocurrió hace unas semana con un grupo de guerrilleros haciendo pedagogía de paz en La Guajira fue muy similar a lo que ellos hicieron en sus días de negociaciones. “Nosotros hicimos lo mismo en los años 84 al 86, que desde Teque nos trasladamos en carros, armados, a través de un cordón militar hasta Nutibara, en Frontino”. También se ve en el espejo cuando las Farc dicen que no van a dejar las armas. “Yo recuerdo ese mismo momento. Fue un tránsito difícil. Cuando usted le ha dicho a la gente que las armas son del pueblo, que valen mucha sangre, que han costado sacrificio, pues no es tan fácil decir, de buenas a primeras, que hay que entregarlas. Eso es un proceso, porque significa replantear aspectos constitutivos del adn del guerrillero”. El proceso de negociación se extendió por 11 meses, entre mayo de 1989 y febrero de 1991. El acuerdo luego se ratificó en asamblea de combatientes y en actos simultáneos el 3 de marzo se hizo la dejación de armas.

Interrumpe el diálogo Villarraga para precisar los datos: “Nos desmovilizamos 220 combatientes y 6400 cuadro y militantes clandestinos. Eran 18 frentes rurales que hacían presencia en casi todos los departamentos. Nos concentramos en diez zonas que se redujeron a seis. Quedó una pequeña disidencia, pero el grueso de nuestros militantes entra a la vida política nacional. Hemos tenido constituyentes elegidos por la guerrilla en votación, otros dos elegidos en alianza con sectores. Hemos tenido senadores, representantes a la cámara, asambleísta, concejales, alcaldes e inserción en la vida social del país”.

Otro detalle sobre la historia del Epl fue el tránsito ocurrido respecto a su identidad con los grupos armados. Esta guerrilla nació siendo prima del Eln, luego rompe con este vínculo y se acerca más a las Farc. Al final firma la paz junto al PRT, el Quintín Lame y el M-19. Y en la historia también quedó rastro de que tras su desmovilización, muchos de los exguerilleros del Epl terminaron integrando los grupos paramilitares de Carlos y Vicente Castaño. Un tránsito que sólo entienden quienes han vivido las turbulencias de la guerra. Darío Mejía retoma la palabra para aportar una anécdota sobre los encuentros con Rafael Pardo. “En una de las reuniones lo trasteamos por todo Bogotá y cuando nos bajamos en el sitio dela reunión se llevó una gran sorpresa al darse cuenta que estábamos a tres cuadras del Palacio de Nariño. Allí tuvimos la primera reunión, lo acompañó Ricardo Santamaría y Carlos Eduardo Jaramillo. La segunda conversación fue también en Bogotá, y en la tercera nos lo llevamos a los llanos del Tigre, en Córdoba. En ese sector hacemos el primer acuerdo, en 7 y 8 de junio de 1990”.

Villarraga insiste en traer las historias del pasado al presente y explica las diferencias entre el proceso de paz del Epl con el que se desarrolla con las Farc en La Habana. “La característica de nuestras negociaciones fue que se hicieron de manera itinerante. Primero en Bogotá. La segunda en Córdoba. El siguiente fue un acuerdo en Urabá. Luego, en Labores, Antioquia. Después volvimos a Urabá. Y los acuerdos finales fueron en Juan José (Córdoba), en Bogotá, Medellín y distintos campamentos”. También explica que el acuerdo final fue tener dos constituyentes plenos en la Asamblea Nacional; Desarrollo regional en las zonas de presencia histórica; recursos para los concejos de normalización; participación política; amnistía e indulto para los miembros de la guerrilla; y una serie de comisiones en derechos humanos, superación de la violencia. También un programa de atención de las víctimas; y garantías para el rencuentro de los combatientes con la vida civil.

Y concluye Villarraga: “La aplicación de los acuerdos fue muy traumática. El montaje institucional fue muy lento y eso incentivo las disidencias. El punto más grave fue la seguridad. Las guerrillas del 90 tuvieron el 20% de muertos. El Estado no garantizo la seguridad en los territorios. La zonas que estaban en control de las guerrillas fueron ocupados por los paramilitares. Tuvimos más de 600 muertos; documentamos más de 300 combatientes. Tuvimos una tragedia humanitaria. El Estado no impidió que otros atacaran a la población de excombatientes. Nos atacó las Farc, el Eln, los paramilitares. El Estado fue incapaz de cumplir el acuerdo en los territorios. Fue un proceso muy traumático. El resultado es de muchos grises, pero en general: hubo cumplimiento. Hay elementos exitosos en un panorama muy complejo”. Dos mujeres lo interrumpen para complementar su visión sobre la guerra y la paz.

Son Myriam Criado y Neila Hernández. La primera tuvo funciones políticas en el partido clandestino. La segunda fue jefa y combatiente. “El 20 de mayo de 1990 se dio el primer acuerdo. En el EPL había una ilusión enorme por hacer política democrática. Así que cuando surge la posibilidad de una negociación lo vivimos como si hubiéramos firmado el acuerdo final. El modelo de negociación, igual al de hoy, sigue siendo negociar con base en la relación hombre-arma. El Estado negocia con quien tiene el arma, no con quien desarrolla la idea.”, advierte Criado como una forma de criticar el único afán del Estado. Y cierra la charla Neila Hernández: “Lo que entonces vivimos en los campamentos es parecido a lo que puede estar pasando hoy con las Farc. El Gobierno no cuenta el número de hombres, sino el de las armas. Y reduce los diálogos a eso. Pero el espacio es para la política y es el camino correcto para llegar a la paz”.


MI ÚNICO ENCUENTRO CON CARLOS CASTAÑO

Nota: esta breve crónica de mi encuentro con Carlos Castaño la escribí pensando en comenzar mi idea de se escritor y cronista del conflicto....