sábado, 26 de enero de 2013

"PROGRAMA AGRARIO DE LOS GUERRILLEROS" TRATANDO DE ENTENDER (15) por qué esta guerra.

Tratando de entender  (15)

PROGRAMA AGRARIO DE LOS GUERRILLEROS. 

Nota del editor: TRATANDO DE ENTENDER, es una serie que busca recopilar y difundir documentos históricos que reflejan realidades del conflicto armado colombiano y puntos de vista de actores trascendentales en esta problemática   no se identifica con alguna ideología y no editorializa ni comenta sobre los contenidos de los documentos recopilados y expuestos en este blog. Por lo tanto los contenidos de la serie no reflejan el pensamiento y la posición política de este editor.



Primer comunicado en el cual la guerrilla (FARC) lanza su programa agrario  el 20 de julio de 1964 desde Marquetalia. Este documento es parte del mito fundacional de dicho grupo armado.


Compañeros, campesinos, obreros, estudiantes, artesanos, intelectuales revolucionarios, hombres y mujeres de Colombia:

VICTIMAS DE CUATRO GUERRAS.

Nosotros somos el nervio de un movimiento revolucionario que viene desde 1948. Contra nosotros, campesinos revolucionarios del sur del Tolima, Huila, Cauca y Valle sobre el nudo de la cordillera central, desde 1948 se ha lanzado la fuerza del gran latifundio, de los grandes ganaderos, del gran comercio, de los gamonales de la política oficial y de los comerciantes de la violencia. Nosotros hemos sido víctimas de la política y de "sangre y fuego" preconizada y llevada a la práctica por la oligarquía que detenta el poder.

Contra nosotros se ha desencadenado en el curso de quince años cuatro guerras. Una a partir de 1948, otra a partir de 1954, otra de 1962 y esta que estamos padeciendo a partir del 18 de mayo de 1964, cuando los mandos militares declararon oficialmente que ese día había comenzado la "operación Marquetalia".

Hemos sido las primeras víctimas de las furias latifundistas porque aquí en esta parte de Colombia predominan los intereses de los grandes señores de la tierra, los intereses más retardatarios del clericalismo, los intereses en cadena de la reacción más oscurantista del país. Por eso nos ha tocado sufrir en la carne y en el espíritu todas las bestialidades de un régimen podrido que se asienta sobre el monopolio latifundista de la tierra, la monoproducción y la monoexportación bajo el imperio de los Estados Unidos.

UNA VIA CERRADA.

Es por eso que en esta guerra participan contra nosotros tropas, aviones, altos militares y especialistas norteamericanos. Es por esto que se lanzan contra nosotros 16.000 hombres provistos de las armas más modernas y destructoras. Es por eso que contra nosotros se emplea la táctica del bloqueo económico, del cerco de exterminio, de las acometidas por aire y tierra y por último, de la guerra bacteriológica. Es por esto que el gobierno y el imperialismo Yanqui emplea cientos y miles de millones de pesos y dólares en armas, pertrecho, pago de espías y delatores. Es por eso que el gobierno soborna y corrompe las conciencias, mata, persigue y encarcela a la gente colombiana que se levanta a la lucha solitaria con nosotros, y víctimas de una cruel e inhumana guerra de exterminio.

Nosotros hemos llegado a todas las partes donde había puertas para golpear en procura de auxilio para evitar que una cruzada anticomunista, que es una cruza antipatriótica contra nuestro pueblo, nos llevará, y con nosotros a todo nuestro pueblo a una lucha larga y sangrienta. Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen. Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía de la lucha democrática de las masas, las vías legales que la Constitución de Colombia señalan. Esa vía nos fue cerrada violentamente y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugamos el papel histórico que nos corresponde, obligados por las circunstancias arriba anotadas, nos tocó buscar la otra vía: la vía revolucionaria armada para la lucha del poder.

Desde hoy 20 de julio de 1964, somos un movimiento guerrillero que lucha por el siguiente Programa:

PRIMERO - A la reforma agraria de mentiras de la Burguesía oponemos una efectiva Reforma Agraria Revolucionaria que cambie de raiz la estructura social del campo colombiano, entregando en forma completamente gratuita la tierra a los campesinos que la trabajan o quisieran trabajarla, sobre la base de la confiscación de la propiedad latifundista en beneficio de todo el pueblo trabajador.

La Reforma Agraria Revolucionaria entregará a los campesinos las herramientas, animales de labor, equipos y construcciones para su debida explotación económica. La reforma agraria es la condición indispensable para elevar verticalmente el nivel de vida material y cultural de todo el campesinado, librarlo del desempleo, del hambre y del analfabetismo; para liquidar las trabas del latifundismo y para impulsar el desarrollo de la producción agropecuaria e industrial del país. La Reforma Agraria confiscará las tierras ocupadas por los imperialistas yanquis a cualquier título y cualquiera que sea la actividad a la cual están dedicadas.

SEGUNDO - Los colonos, ocupantes, arrendatarios, aparceros, terrazgueros, agregados, etc., de tierras de los latifundistas o de la nación, recibirán los títulos correspondientes de propiedad sobre los terrenos que exploten. Se liquidará todo tipo de explotación atrasada de la tierra, los sistemas de aparcería, el arriendo en especie o pagado en dinero por los pequeños campesinos. Se creará la unidad económica en el campo de acuerdo con la fertilidad y ubicación de los terrenos con un mínimo para la mejor tierra de treinta hectáreas cuando se trate de tierras ubicadas en áreas planas y aledañas, en las otras tierras de acuerdo con su fertilidad y red de comunicación. Se anularán todas las deudas contraídas por los campesinos con usureros, especuladores, instituciones oficiales y semi - oficiales de crédito.

DERECHO DE PROPIEDAD Y SERVICIO.

TERCERO - Se respetará la propiedad de los campesinos ricos que trabajen personalmente en sus tierras. Se presentarán las formas industriales de trabajo en el campo. Las grandes explotaciones agropecuarias, que por razones de orden social y económico deban conservarse, se destinarán al desarrollo planificado de la producción nacional en beneficio de todo el pueblo.

CUARTO - El gobierno revolucionario establecerá un amplio sistema de crédito con las más amplias facilidades de pago, el suministro de semillas, asistencia técnica, herramientas, animales, aperos, maquinaria, etc., tanto para los campesinos individuales como para las cooperativas de producción que surjan en el proceso de la Reforma. Se creará un sistema planificado de irrigación y una red de centros oficiales de experimentación agrotécnica. Se organizarán servicios suficientes de sanidad para la atención completa de los problemas de la salud pública en los campos. Se atenderá el problema de la educación campesina, la erradicación total del analfabetismo y un sistema de becas para el estudio técnico y superior de los trabajadores de la tierra. Se cumplirá un basto plan de vivienda campesina y la construcción de vías de comunicación a los centros rurales productivos.

QUINTO - Se garantizarán precios básicos remunerativos a los productos agropecuarios.

COMUNIDADES INDIGENAS.

SEXTO - Se protegerán las comunidades indígenas, otorgándoles tierras suficientes para su desarrollo, devolviéndoles las que le han usurpado los latifundistas y modernizando sus sistemas de cultivo.

Las comunidades indígenas gozarám de todos los beneficios de la Reforma Agraria Revolucionaria. Al mismo tiempo se estabilizará la organización autónoma de las comunidades respetando sus cabildos, su vida, su cultura, su lengua propia y su organización interna.

FRENTE UNICO DEL PUEBLO. 


SEPTIMO - La realización de este Programa Agrario Revolucionario dependerá de la alianza obrero campesina y del frente único de todos los colombianos en la lucha por el cambio de régimen, única garantía para la destrucción de la vieja estructura latifundista de Colombia. La realización de esta Reforma Agraria Revolucionaria se apoyará en las más amplias masas campesinas, las cuales contribuirán decididamente a la destrucción de latifundio. Por eso, este programa se plantea como necesidad vital, la lucha por la forjación del más amplio frente único de todas las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias del país, para un combate permanente hasta dar en tierra con este gobierno de los imperialistas yanquis que impiden la realización de los anhelos del pueblo colombiano.

Por eso invitamos a todos los campesinos, a todos los obreros, a todos los empleados, a todos los estudiantes, a todos los artesanos, a todos los pequeños industriales, a la burguesía nacional que esté dispuesta a combatir contra el imperialismo, a los intelectuales demócratas y revolucionarios, a todos los partidos políticos de izquierda o de centro que quieran un cambio en el sentido del progreso, a la gran lucha revolucionaria y patriótica por una Colombia para los colombianos, por el triunfo de la revolución, por un gobierno democrático de liberación nacional.

Marquetalia, julio 20 de 1964.


Manuel Marulanda Vélez - Isauro Yosa - Darío Lozano - Isaías Pardo - Tarciso Guaraca - Parménides Cuenca - Roberto López - Jesús Medina - Luis Pardo - Rigoberto Lozano - Miryam Narváez - Judith Grizales - Jesús Ortiz - Rogelio Díaz - Miguel Aldana - (siguen más de mil firmas de campesinos).

domingo, 20 de enero de 2013

" EL CASO CHISPAS" TRATANDO DE ENTENDER (14)

      (DE COMO LA HISTORIA SE REPITE, SE REPITE Y SE REPITE)


El caso 'Chispas'
Por: Johnny Delgado M. * / Especial para El Espectador

El próximo 22 de enero se cumplen 50 años de la muerte de Teófilo Rojas, ‘Chispas’, cuya historia ejemplifica el drama del conflicto colombiano desde 1946.


El sepelio de ‘Chispas’.


El 22 de enero de 1963, en la vereda La Albania, corregimiento de Barcelona del municipio de Calarcá, fue muerto por tropas del Batallón Cisneros el legendario bandolero liberal Teófilo Rojas Varón, alias Chispas.


Dentro de la trágica historia de la violencia política que se desató en los campos y poblados colombianos entre 1946 y 1966, la historia de Rojas encarna el prototipo del campesino analfabeta, perseguido y sin posibilidades de redención que sucumbió finalmente como víctima directa del conflicto desatado por el sectarismo político y religioso que sumió al país en un abismo que costó la vida en dos décadas de horror a cerca de 200.000 compatriotas.


Chispas entre los liberales y el bandolero conservador Efraín González fueron los íconos del bandolerismo bipartidista y sus vidas se han transformado en mito. Alguna vez cruzaron sus destinos en tierras del Quindío y hasta se enfrentaron físicamente en una ocasión. La mutua sagacidad de los combatientes hizo que el enfrentamiento terminara sin derrotas y se separaron, guardándose un mutuo rencor hasta el final de sus días.


La ascensión al poder de Mariano Ospina Pérez en 1946, la proclamación de Jorge Eliécer Gaitán como jefe del liberalismo en 1947 y el inicio de hostilidades contra los campesinos liberales en noviembre de 1947, especialmente en Norte de Santander, Boyacá y Santander, culminaron con el asesinato del caudillo liberal.


El magnicidio de Gaitán el 9 de abril de 1948 sirvió de detonante para la confrontación partidista. Luego de sofocar la reacción popular y liberal del Bogotazo y en el resto del país, la persecución política del gobierno de Ospina Pérez se reanudó a gran escala a partir de abril de 1949, a puertas de la contienda electoral para el Congreso, señalada para el 5 de junio de ese año. La victoria electoral de los liberales alertó al conservatismo, que vio en peligro el triunfo en las elecciones presidenciales programadas para el 27 de noviembre de 1949.


Laureano Gómez, de regreso en el país en junio de dicho año, fue proclamado candidato presidencial del Partido Conservador mientras Darío Echandía lo sería por el Partido Liberal. En varios departamentos se inició la más feroz persecución contra el campesinado y los liberales por parte de los conservadores. La policía política de Ospina Pérez, llamados chulavitas, se dedicó a perseguir, asesinar y desplazar a los campesinos liberales. Echandía retiró su candidatura y Laureano Gómez fue elegido presidente para el período 1950-1954.


En medio de la confrontación surgieron grupos de resistencia liberal, como las guerrillas de Urrao al mando de Juan de J. Franco; las guerrillas de los Llanos con Guadalupe Salcedo, Cheíto Velásquez, Eduardo Franco y Dúmar Aljure, entre otros; las guerrillas del Carare, formadas desde 1948 y al mando de Rafael Rangel; las guerrillas del sur del Tolima, conformadas en su inicio por Gerardo Loaiza y Leopoldo García, Peligro. Junto a esta guerrilla estaban la de los comunistas de Isauro Yosa, todos concentrados en un sitio llamado El Davis; la de Yacopí de Saúl Fajardo y Drigelio Olarte. En el centro del Tolima, cerca del poblado de Rovira, surgieron los hermanos Arsenio, Leonidas y Ezequiel Borja, quienes formaron una guerrilla con los liberales perseguidos por la furia chulavita.


Entre esos campesinos acogidos por los Borja estaba un niño de 12 años llamado Teófilo Rojas, quien huyó luego de ver el asesinato de familiares y vecinos en el caserío de Guadualito de Rovira. Era el año de 1950. Durante los años de los gobiernos de Laureano Gómez y Roberto Urdaneta el país de sumió en una profunda crisis institucional y la barbarie se enseñoreó en manos de los bandoleros de ambos partidos.


Un asalto de la cuadrilla de Leonidas Borja, alias El Lobo, en septiembre de 1952, produjo la muerte de cinco policías que fueron trasladados a Bogotá. El odio político de la plebe conservadora de la capital desembocó el 6 de septiembre en el Contrabogotazo, día nefasto de destrucción causado por los pájaros, detectives del SIC y elementos violentos del conservatismo, quienes incendiaron los diarios El Tiempo, El Espectador y las casas de los dirigentes liberales Carlos Lleras Restrepo y Alfonso López Pumarejo.


Teófilo Rojas se destacó desde niño por su carisma, orden y valentía en el combate. A pesar de su corta edad le fueron encargadas misiones de confrontación con la policía. El 13 de junio de 1953 se produjo el golpe de Estado del general Rojas Pinilla. Dispuesto a terminar con la guerra fratricida, el nuevo gobierno propuso una amnistía que fue acogida por la mayoría de grupos liberales alzados en armas. En agosto de 1953 se entregaron las guerrillas de Leonidas Borja. Chispas figuraba entre los combatientes y se dispersó entre los campesinos dispuestos a retornar a sus campos a cultivar la tierra.


La ola de violencia menguó durante un año. A partir de la masacre de los estudiantes del 9 de junio de 1954 en las calles de Bogotá, la imagen del gobierno militar comenzó a declinar. El carácter ultraconservador de Rojas y la creciente corrupción política en torno a su gobierno comenzaron a deteriorar su imagen.


Se reinició la persecución contra los guerrilleros liberales y comunistas del sur y del oriente del Tolima. Esta confrontación dio origen a la Guerra de Villarrica, en el piedemonte del Sumapaz, que causó cerca de 16.000 muertos. Muchos campesinos emigraron hacia regiones como el Ariari y El Pato, protegidas por las guerrillas móviles de liberales y comunistas. En el centro y sur del Tolima las cuadrillas liberales de los Borja, de Chispas, de Mariachi, Leopoldo García Peligro, Vencedor, entre otros, también causaron innumerables víctimas entre el campesinado.


Chispas se vio al mando de mucha gente campesina que buscó amparo de las redadas chulavitas en los campos tolimenses. Entre 1954 y el 10 de mayo de 1957 operó con las guerrillas en el centro del Tolima. En 1956, la región de Córdoba, Pijao y zonas aledañas era asolada por las huestes tenebrosas de un policía luego convertido a bandolero declarado. Era el sargento Oliverio Moya Lagos, que con sus hombres desató una inmensa persecución al campesinado liberal quindiano. Algunos liberales del sector reunieron dinero y viajaron a Planadas, donde operaba Chispas, y lo trajeron al Quindío. Chispas llegó y atacó a los chulavitas en su campamento y así diezmó a las hordas de policía del régimen.


Como la censura de prensa de la época no permitía conocer los hechos, las masacres de parte y parte permanecieron inéditas. Años después, la tradición oral de las víctimas y la revisión de documentos e informes oficiales permitieron a los investigadores, historiadores y sociólogos conocer parte de la verdad. No obstante, el gobierno militar se empeñaba en mostrar todo el prontuario delictivo de Chispas. Información que fue recogida y mantenida aun después de la caída de Rojas Pinilla y la iniciación del Frente Nacional.


La misma oligarquía que patrocinó el golpe de Rojas Pinilla al gobierno de Laureano Gómez y Roberto Urdaneta, entre ellos Ospina Pérez, Guillermo León Valencia y Gilberto Alzate y algunos dirigentes liberales, ahora lo derrocaban. La amnesia histórica de la población manipulada por la prensa y la clase política había rehabilitado en tan solo cuatro años a Laureano Gómez, quien desde los años treinta y cuarenta preconizaba la doctrina de la acción intrépida y el atentado personal en su enfrentamiento con la República Liberal de Olaya Herrera, López Pumarejo y Eduardo Santos. El 10 de mayo de 1957 cayó Rojas, no sin antes nombrar una Junta Militar para hacer la transición a los gobiernos del posterior Frente Nacional.


Los elementos violentos del conservatismo: pájaros, policías chulavitas y algunos detectives corruptos del SIC que disfrutaron de impunidad y complacencia para operar en el período rojista, no quedaron satisfechos por el golpe militar. Por ello continuaron con la violencia, dispuestos a impedir el plebiscito del 1º de diciembre de 1957. No obtuvieron el respaldo suficiente, aunque en Santander y Boyacá obtuvieron las más altas votaciones por el NO. La mayoría del pueblo colombiano, hastiado de la barbarie, votó por el SÍ al Frente Nacional. Para el 1º de mayo de 1958, los ultraconservadores de San Gil hicieron una fallida asonada contra el gobierno de la Junta Militar. El 2 de mayo, algunos oficiales rojistas de la capital, entre ellos el coronel Forero Gómez y el teniente Cendales, hicieron un intento de golpe militar para restablecer a Rojas Pinilla al poder. El hecho fue controlado y dos días más tarde era elegido el liberal Alberto Lleras Camargo como primer presidente del Frente Nacional.


El nuevo gobierno ofreció una nueva amnistía a finales de 1958. Teófilo Rojas, Chispas, que había estado muy activo en actividades bandoleras desde 1954, se retiró desde mayo de 1958 hacia el sur del Tolima junto a Jesús María Oviedo, General Mariachi.


Desde allá escribió y manifestó su empeño de retornar a la vida campesina. Fue amnistiado, pero como sucedió en aquel entonces y luego en numerosas ocasiones, el espíritu vengativo de los políticos adversarios y de la población manipulada se levantó contra los excombatientes. Así pasó con los casos de Roberto González Prieto, Pedro Brincos; Fabio Isaza, El Mico, y Teófilo Rojas, Chispas. La prensa de la derecha atacaba al gobierno y lo acusaba de estar financiando a través de la Oficina de Rehabilitación a los bandoleros, que antaño habían sacrificado a tantos campesinos. Los tres bandoleros volvieron a tomar las armas hasta la muerte.


Las provocaciones no se hicieron esperar y la amnistía en línea general fue un fracaso, porque el plazo de junio de 1959 para acogerse a ella no fue sino un período de incubación para la última fase de la terrible violencia.


Jair Giraldo y Efraín González, dos jóvenes exmilitares de filiación conservadora y retirados de la tropa por la caída de Rojas Pinilla, conformaron una terrible cuadrilla. Unida a los grupos de Melquisedec Melco Camacho, de Polancho, del exsargento Oliverio Moya, de Arturo Quirós, de José Benjumea, El Pescado, y los hermanos Vargas de Aures, conformaron una extensa red de violencia hacia el campesinado liberal en las zonas del Quindío y norte del Valle. Los hacendados liberales, al ver perjudicados sus intereses volvieron a llamar a Chispas, que había retornado a la guerra.


Desde 1959 hasta 1962, las bandas liberales se multiplicaron. Las cuadrillas que comandaba Chispas operaban en el Tolima, Quindío y Valle del Cauca. El Quindío se llenó de sangre con las bandas liberales de El Mosco, Chispas, La Gata, Joselito, entre otros. En el norte del Valle hicieron lo mismo Celedonio Vargas, Conrado Salazar Zarpazo, Carlos Espitia El Mosco, Cenizas, Puente Roto, Gasolina y Paticortico.


El sostenimiento económico por parte de los hacendados al comienzo, luego por las cuotas de protección y posteriormente por la fuerza, hicieron que el espacio político de los bandoleros de ambos partidos se redujera. El gobierno de Valencia, iniciado en agosto de 1962, se propuso exterminar el bandolerismo.


Teófilo Rojas murió el 22 de enero de 1963. Melco Camacho murió a manos del Ejército el 21 de marzo de 1963. Arcadio Ruiz, Cenizas, fue muerto el 19 de mayo de 1963. William Ángel Aranguren, Desquite, el 17 de marzo de 1964; Jacinto Cruz Usma, Sangrenegra, el 27 de abril de 1964, y Efraín González fue muerto en junio de 1965 en el sur de Bogotá, enfrentado a más de un centenar de miembros del Ejército al mando de José Joaquín Matallana.


Como el bandolerismo no era la causa de los males sino el resultado de los conflictos no resueltos, la tragedia colombiana continuó hasta llegar al presente. Dos grandes bastiones del conflicto colombiano emergieron: por un lado, los sectores marginados por la violencia y el bandidismo de los centenares de cuadrilleros sin orientación ideológica terminaron inmersos en la delincuencia común como atracadores de bancos, secuestradores, piratas terrestres, y en las mafias de las esmeraldas y del contrabando.


Una segunda corriente, conformada por algunos combatientes liberales de los años cincuenta unidos a jóvenes estudiantes inspirados en la Revolución Cubana y el triunfo del maoísmo, dieron origen a los grupos armados del Moec, Epl y Eln. Otros combatientes liberales y comunistas perseguidos desde 1950 en el sur del Tolima y lanzados al ostracismo por la intolerancia de algunos políticos como Álvaro Gómez Hurtado, quien en 1961 azuzó en el Congreso con exterminar a las “repúblicas independientes de Marquetalia, El Pato y Guayabero”, darían origen a las Farc en 1964 tras la toma de Marquetalia.


Nos queda por aprender la lección: los conflictos no resueltos a tiempo, prolongan la tragedia con más costos económicos, de vidas y de crisis social.


*Autor de ‘El bandolerismo en el Valle del Cauca 1946-1966’, ganador del premio Jorge Isaacs 2011.


MI ÚNICO ENCUENTRO CON CARLOS CASTAÑO

Nota: esta breve crónica de mi encuentro con Carlos Castaño la escribí pensando en comenzar mi idea de se escritor y cronista del conflicto....